miércoles, 25 de mayo de 2011

GENERACION COCHEBOMBA, PRIMERA TESIS.

Desde su aparición en el 2007, mi novela Generación cochebomba, ha generado una serie de investigaciones de carácter literario, antropológico, sociológico etcétera. Recuerdo que la primera fue una monografía escolar de una niña de segundo grado de bachillerato, quien me escribió para responder algunas de sus inquietudes sobre mi persona y mi libro. Se titulaba: ¿En qué medida el contexto social del Perú en los años 80 caracteriza a la generación "Cochebomba" de la narrativa peruana?". De ahí han aparecido otras más, incluso en Barcelona - España.

También ha generado distintas lecturas. Para algunos es una novela política, para otros está inmersa en la tradición peruana de la novela urbana; o que es una novela de realismo sucio, o el Trainspotting peruano, o una novela de amor. Sea lo que sea, lo bueno es que cada lector le está dando su propia interpretación y eso la enriquece, a mi parecer.

Bien, hace unas semanas Ángelo Prado Chira, alumno de literatura de la PUCP, se licenció con la tesis: "Ni con Dios ni con el Diablo: La resistencia por no ser homogenizado en el personaje de Adrián R en la novela Generación Cochebomba de Martín Roldán Ruiz". El asesor de tesis fue Víctor Vich, y el jurado estuvo integrado por Ricardo Gonzales Vigil y Francesca Denegri, quienes le dieron una calificación de Muy Bien.

En esta investigación Ángelo Prado, descubre aspectos simbólicos de la realidad que de manera consciente traté de reflejar cuando escribía Generación cochebomba; y otros que no me había percatado y que muy bien él ha ido descubriendo.

Por tal motivo, creo que es un documento de interés para aquellos interesados en mi libro. Con el permiso del autor, les brindo a ustedes la tesis para que puedan leerla completa, solo dando click en el título de abajo

Ni con Dios ni con el Diablo: La resistencia por no ser homogenizado en el personaje de Adrián R en la novela Generación Cochebomba de Martín Roldán Ruiz.

jueves, 19 de mayo de 2011

MI ENCUENTRO CON JEAN PAUL EL TROGLODITA


Releyendo el excelente libro Demoler (Revuelta 2009) de mi amigo Carlos Torres Rotondo, el Buko, me reencuentro con el fascinante capítulo sobre Enrique Tellería Dávila, más conocido en el mundo rockeril como Jean Paul el Troglodita. Dicha lectura me trajo a recuerdo el día en que pude conocerlo, y compartir unos tragos con aquella leyenda del rock peruano. Una anécdota algo extraña, propia de la biografía del Troglo, que vivió y acabó como todo southamerican rocker.

En mi barrio de Breña existía, hasta hace unos años, una licorería atendida por un personaje conocido como el chato Iván. Se llamada Herbert’s y llegó a ser el punto de reunión de todos los que vivíamos en los alrededores de los jirones Huaraz y Recuay. Varios de mis amigos subtes, también caerían por ahí para tomarse unos tragos, porque nadie te molestaba y podías alcoholizarte tranquilo adentro del local o sentado en las veredas.

Bien, una de esas noches en que me metía unos rones con los de mi barrio, fuimos interrumpidos por un señor medio calvo que iba acompañado de un tipo flaco, con bigotes, cabellos largos peinados hacia atrás, y gafas. Hasta ese momento habían estado comprando un trago que el chato Iván combinaba en un plastilitro de gaseosa.

–Disculpen, muchachos, les quiero hacer una pregunta: ¿alguno de ustedes conoce al señor que está a mi lado?

Nosotros que habíamos estado embarcados en una de esas discusiones etílicas sobre fútbol, música o política, volteamos extrañados para ver al personaje que nos había hablado y más al que lo acompañaba. De hecho que al verlo, todos habrían pensado: ¿Quién carajo será este viejo huevón? Porque ninguno lo conocía… Sí, todos, menos yo, porque ese rostro me era familiar de algún lado. Y aunque la ropa que vestía (Un saco marrón de corduroy, camisa oscura, jean desteñido y botines negros en punta) no era la misma de mis sospechas, creía saber quién era.

–Yo sí sé –dije ante la sorpresa de todos, incluido el tío calvo que había lanzado la pregunta–, usted es Jean Paul el Troglodita…

No tenía el terno que imitaba la piel de leopardo, pero tenía la misma sonrisa que había visto en varias fotos.

–Ah, mira, me conoces muchacho… –dijo el Troglo.
–Sí, es que a mí me gusta el rock y de ahí sé algo de usted.

No recuerdo por donde se fue el diálogo, pero el Troglo se empató inmediatamente en nuestro ruedo y chapó el vaso de trago apenas le llegó a su mano. De alguna forma trató de concentrar la conversación en su persona, pero a mis amigos a quienes el rock les gustaba poco, y mucho menos el peruano de décadas pasadas, lo ignoraron. Solamente yo le paraba balón, haciéndole caso cuando se refería a su pasado rockero. Lamentablemente he tratado de recordar lo que hablamos, pero esas palabras se han perdido en mi memoria. El disco duro parece estar averiado en ese lado, porque recuerdo algunas cosas. Por ejemplo, al tío calvo esperándolo impaciente y con la botella de trago que habían comprado en la mano. Hasta que no aguantó más y se retiró, no sin antes preguntarle al Troglo, si lo iba a seguir. Éste dijo: “No, me quedo con los muchachos”.

De hecho parecía un alucinado que trataba de entrar en la conversación para hacerse collera y chupar gratis, no lo sé. Tal vez mi sencillo reconocimiento le habría hecho sentir la gloria de sus días de esplendor, y se sentía tan bien que no quería moverse de ahí. Ya que después de tres décadas, un muchacho que era un niño cuando él ya subía a los escenarios, lo había reconocido como el rockstar que fue. Pero, igual, estrella del rocanrol o no, llegó a aburrir e impacientar a mis amigos.

–Oe, ya pe’ zacarías con el tío...
–¿Qué?
–Dile que se vaya.
–¿Y yo por qué?
–Tú dijiste que lo conocías, y se ha quedado de camarón… y, pa’ concha, se sirve lleno como si fuera su cumpleaños.

No les hice caso. Pero, de a pocos, fueron haciéndole hielo y cerrando el círculo en torno a él. Yo trataba de que sea menos malcriada la largada, pero ya estaba hecho el plan. En un momento, el Troglo, salió a la calle sin decir nada. Yo pensé que se iba para orinar y regresar luego, pero no fue así. A los varios minutos de su demora fui en su búsqueda, pero no lo encontré. Se había ido como había llegado. Años atrás, jóvenes de nuestra edad se hubieran sentido honrados de beber con Jean Paul el Troglodita. Pero, nosotros, no pertenecíamos a su época.

Tiempo después mi amigo Javier de la banda Rabioso, me contó que lo había visto por la avenida Aviación en San Borja, rodeado de unos pirañitas a quienes les entregaba una propina y una bolsa de pan, mientras les daba la siguiente admonición:

–Ya, carajo, se van a repartir el pan para cada uno, si no lo hacen la próxima vez no les doy propina.

Acompañado de la algarabía de los chibolos, el Troglo se fue sonriendo con su soledad.

Yo también lo volví a ver. Me encontraba conversando con mi tía, hermana de mi madre, en la ventana del tercer piso donde yo había vivido, en el jirón Huaraz en Breña. Lo vi salir de una tienda ubicada en el primer piso del edificio. Paró un taxi y con grandilocuentes gestos, señalando un lugar cercano, le regateaba al chofer. Habrían de pasar cuatro taxis más hasta que subió a uno y se fue. Le hice notar a mi tía que era Jean Paúl el Troglodita, y me contó que era amigo del gordo César, el dueño de la tienda, y que siempre iba para gorrearle unas cervezas.

Sea lo que sea, el Troglo, es una leyenda de la música moderna de esta parte del continente. He escuchado su música y me parece de avanzada para su época. Su tema Vudú, grabado en 1972 me hace recordar a Pink Floyd en determinados momentos. Y contra lo que muchos puedan creer, no perteneció a la llamada Nueva Ola, porque esa corriente estaba integrada por baladistas, y aunque interpretaba una que otra balada, su repertorio era netamente roquero, como bien señala el Buko Torres Rotondo en su libro Demoler.

Lamentablemente acabó como acaban las mentes más lúcidas de las generaciones, en países como el nuestro. No merecía el final que tuvo, pero cada uno escribe el suyo día a día. Y aunque he tratado de describirlos, creo que las palabras escritas por el Buko son las más precisas: “Su apartamento en San Borja se había convertido en su cueva, de la que no salía sino para comprar licor. A su alrededor no había dinosaurios, sino una jungla de asfalto que lo arrojó al pozo del olvido. (…) En la madrugada del 29 de julio del 2004, enclaustrado en su domicilio y rodeado por un desorden de botellas vacías, al Troglo se le detuvo el corazón, eso que nunca le faltó a lo largo de sesenta años”.

Quizás, creo yo, que aunque falleció solo; en el momento final habría de escuchar esos aplausos y gritos de histeria colectiva, con que muchas veces fue despedido del escenario.


El Troglodita en sus años de cadete del colegio militar Leoncio Prado





Pueden escuchar los temas del Lp Vudú y otros del Troglo clikeando en este blog del caricaturista Heduardo: rockperuanovideos.blogspot.com

lunes, 16 de mayo de 2011

VOTO MORAL. Razones personales y colectivas para decir No a Keiko.


Varios amigos con los cuales tengo diferencias sobre estas elecciones, se muestran extrañados y no entienden cuando les digo que mi voto por Ollanta es un voto moral. Si entendemos por moral a las reglas con que un ser humano se desenvuelve en armonía con la sociedad y por ende con su persona, creo firmemente que no ando equivocado.

Esta es la primera vez que escribo sobre el tema elecciones y creo que es necesario dejar sentada mi posición, que si bien no es importante porque soy un ciudadano común y corriente, lo veo necesario para que las personas cercanas a mí entiendan de una buena vez. De ahí a que cambien su voto, no me interesa, porque no busco que voten por Ollanta, ya que cada uno es dueño de su decisión. Lo que me interesa es que sepan la clase de gente a quien le estarían dando, por segunda vez, las riendas del país. Porque bastante de verdad tiene el dicho: Uno se merece el gobernante que tiene, ¿no?

Antes quiero decir que en primera vuelta no vote por Humala, que si bien hay algunos puntos de su propuesta que nos acercan, me decidí por otro que marcaba un camino menos extremo. En ese sentido, y dadas las circunstancias, me veo obligado a decidirme por los siguientes motivos que, como expliqué, tienen que ver más por el lado moral. Primero de manera personal y otra colectiva.

En lo personal creo, que si estuve en contra el fujimorismo, me parece poco ético darle mi voto ahora. Porque a mí siempre me importaron el respeto a los Derechos Humanos, la Democracia, la Libertad y la Justicia. Precisamente lo que no se respetó durante el fujimorato. Por eso en 1998 hice un programa de TV en canal 27 UHF junto a los poetas Eduardo Pucho y Rodolfo Ybarra, en el cual, entre otras cosas, entrevistábamos a los implicados en la resistencia a Fujimori y Montesinos. Difundíamos las marchas, las manifestaciones, las instalaciones y los conciertos, con la consigna DEMOCRACIA SI, DICTADURA NO.

Por eso pienso que ahora, avalar con mi voto todo eso, sería legitimarlo e ir contra los principios con los cuales me formaron mis viejos, me enseñaron mis maestros y que fui consolidando durante estos años que abarca mi vida. Tampoco crean que soy un Dominguito Savio, porque también he llegado a ser un rechucha, pero lo otro lo tengo bastante presente y los que me conocen sabrán dar crédito de eso.

En cuanto a lo colectivo, puedo mencionar los siguientes puntos.

- Votar por el fujimorismo sería olvidar, el dolor de las madres, hermanos e hijos de las víctimas inocentes de la política de “Guerra de Baja Intensidad”, aplicada por la dictadura fujimorista.

- Votar por el fujimorismo sería olvidar a las personas que un día salieron de sus casas y nunca más se les volvió a ver, porque fueron secuestrados por el Grupo Colina. Asesinos patrocinados, felicitados, condecorados, premiados, y amnistiados por el mismo Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos.

- Votar por el fujimorismo sería olvidar, el dolor de las miles de mujeres esterilizadas con engaños por una política de “salud” aplicada por la dictadura fujimorista.

- Votar por el fujimorismo sería olvidar los miles de millones de dólares que se robaron de las arcas del Estado (que le pertenece a todos los peruanos) en beneficio de Fujimori y sus compinches.

- Votar por el fujimorismo sería olvidar, que su padre robo del Fisco (que le pertenece a todos los peruanos) para que ella y sus hermanos puedan estudiar en el extranjero.

- Votar por fujimorismo sería olvidar, que durante el régimen de su padre se compró aviones de combate que no funcionaban, y cuyo precio estaba por encima del normal. Determinándose, después, que fue un gran negociado que benefició a las altas esferas; pues, como el mismo Fujimori declaró: “fue una compra directa del Estado peruano sin intermediaros”.

Bien, con estas verdades, ¿ustedes creen que sería moral, decente, honesto, decoroso, íntegro, elegir por segunda vez al fujimorismo? Muchos despistados dirán ahora: “Oe, pero si lo que estás enumerando lo ha hecho su viejo y no ella”. Pues lean bien, no me refiero a Keiko en sí, me refiero al fujimorismo que es todo lo que representa esa señora. Que no se sonroja cuando afirma que el gobierno de su viejo “Fue el mejor de la historia del Perú”. O que “Sería un lujo tenerlo de asesor”.

O que se rodea de Rafael Rey Rey, Martha Chávez, Jaime Yoshiyama, Jorge Trelles, etcétera, personajes que estuvieron al lado de su padre cuando dio el golpe del 5 de abril, y avalaron los atropellos contra la libertad de prensa, de expresión y contra los Derechos Humanos; y que después de muchos años han vuelto a la visibilidad política del lado del fujimorismo, ahora que la hija de su jefe está disputando para un posible nuevo periodo. Ellos que estuvieron escondidos todos estos años – salvo Rey Rey que estuvo bajo el amparo de este gobierno – porque se sabían repudiados. En suma, es el regreso de la misma banda fujimorista de los noventa.

Y, más aún, que todos ellos, empezando por Keiko, tienen en mente indultar al sentenciado Alberto Fujimori por los delitos antes mencionado. ¿Lo dudan? Pues ella ha jurado ante Dios que no lo liberará, pero después ha dicho que verán la vía judicial para hacerlo… O sea, no lo voy a indultar yo, será el poder judicial quien lo hará. Y conociendo a nuestra Justicia, hay que ser bien cojudo para creer lo contrario.

Basta ver que Hurtado Miller regresó de su escondite para entregarse y ser premiado con arresto domiciliario, hasta que oficialicen el sobreseimiento de sus delitos. Una muestra para medir el grado de reacción de la opinión pública ante un posible indulto de Fujimori.

Por eso vuelvo a preguntar ¿creen que sería moral, decente, honesto, decoroso, íntegro, elegir por segunda vez al fujimorismo? Los que consideran que no hay moral que valga, por la tranquilidad del sistema y el crecimiento económico, y no importa todo lo demás, están afuera de todo lo que nos hace gentes civilizadas. Si por desgracia son secuestrad@s, asesinad@s, o violad@s ¿cómo se sentirían si las personas apoyan al delincuente?

Entonces aquellos que no tienen moral para sentirse solidari@s con las víctimas del fujimorismo, y están prestos a legitimar al que robó, secuestró, esterilizó y asesinó, no se quejen cuando un ladrón se meta a sus casas y les robe. Porque ya no existirá moral, puesto que ustedes así lo quisieron.

viernes, 13 de mayo de 2011

ESTE AMOR NO ES PARA COBARDES. En el colegio José Carlos Mariátegui.


El lunes 02 de mayo, el colegio José Carlos Mariátegui de Comas, me invitó a su local para un encuentro con los jóvenes lectores de mi libro Este amor no es para cobardes. Una vez más agradezco a la vida por permitirme compartir con adolescentes las cosas que escribo. Como aquel muchacho de primer años de media en el colegio Guadalupe, que leía los cuentos de Ribeyro o Congrains Martin, y soñaba algún día conversar con ellos sobre Los gallinazos sin plumas y El niño de junto al cielo. Espero les guste las fotos