miércoles, 2 de octubre de 2013

THE SAD SHOW. A propósito de la señorita Laura en México.


 THE SAD SHOW


A principio de los noventa, tenía un amigo del barrio que coleccionaba comics que podías encontrar en las veredas de Lima. Tenía los CREEPY, 1984, ZONA 1994, y entre otros también tenía al JUDGE DREDD (Juez Dredd). Sí ese mismo cuyo lema era IAM THE LAW, es decir YO SOY LA LEY (Por cierto hay dos películas basadas en ese personaje. La primera con Silvester Stallone, pero creo que la segunda versión es mucho más cercana al espíritu del comic. Y la banda Anthrax tiene un tema llamado I am The Law) Bueno la cosa en que una de las revistas del Juez Dredd que le gorreaba  al amigo en mención, traía la historia de un chico gordo, con granos, sucio y glotón que no tenía a nadie en  el mundo.

Este muchacho se había  presentado a un programa llamado algo así como THE SAD SHOW o el Show de la Tristeza, el cual consistía en narrar frente a cámaras la historia más desdichada, miserable y triste que pueda vivir una persona. El conductor era un tipo que dramatizaba lo que ahí se contaba y apelaba al corazón de los televidentes para que votaran por el desdichado. El premio, obviamente, era en dinero e iba aumentando conforme la historia aumentaba en tragedia. Cuanto más triste y trágica era, más plata ibas ganando de acuerdo a los votos y donaciones que hacían los espectadores. Acompañaban en el escenario una especie de coristas que cantaban canciones tristes con sendos pañuelos con que se secaban las lágrimas y vestidas de negro, como viudas del siglo XIX. El hecho es que este muchacho era un loser total, una tragedia metida dentro de un overol de jean con un enjambre de moscas volando encima de sus grasosos cabellos.

El programa tenía un gran rating dentro de ese mundo apocalíptico del Juez Dredd. Y el chico fue realmente una sensación de THE SAD SHOW, convirtiéndose en una celebridad, pero sin poder cambiar la tristeza que le perseguía. Ni el dinero que había ganado, que lo podía sacar de una existencia miserable, lo alegraba. Sólo pudo ser redimido cuando ayudaría a salvar a la megaciudad de uno de los muchos peligros que la acechaban. El perdedor, el gordo, el apestoso, pudo ser feliz cuando hizo algo realmente de valor, y se habría de convertir en un héroe, lo que no había hecho el dinero que había ganado. Al final del capítulo le harían un monumento por este acto.

Recuerdo que me quedé pensando sobre el tipo de programa que el comic anticipaba. Porque hasta ese momento no existían, al menos en el Perú, programas de ese tipo en que el descaro de usar el dolor ajeno, la desgracia humana, para tener rating era evidente. Y me imaginaba que seguro en Estados Unidos (país en que se inspira el Juez Dredd) ya estaban dándose ese tipo de programas. Y yo, un estudiante de periodismo, lamentaba hasta dónde llegaba la deshumanización de los medios de comunicación, por el dinero.  Pero guardaba alguna esperanza de que nunca iba a ver en la pantalla chica, a un ser humano llorando a cambio de unas monedas. Pobre chiquillo. No pasaría mucho tiempo cuando empezó el boom de los Talk Shows. 

Lo que pude determinar, a través de la lectura de ese cómic, fue que el contexto del mundo post guerra nuclear en que estaba ambientado el Juez Dredd donde una sociedad totalmente violenta, corrupta y podrida desde sus cimientos, solo podía mantener la paz social a través de una policía, que ya no era tal sino jueces de la calle que luchaban contra el crimen aplicando y sentenciando penas por el más mínimo delito. Obvio que no existían derechos para los ciudadanos mientras no infringieras  lo que para estos jueces era la ley, es decir ellos mismos: YO SOY LA LEY.

En ese sentido, dentro de ese mundo alucinado, el programa THE SAD SHOW era producto de una sociedad decadente, en donde las personas se regodeaban viendo a seres patéticos contar sus miserias, despertando el morbo de los demás miembros de la sociedad, quienes al conmoverse apelaban a la caridad cristiana de la limosna y le entregaban lo que pensaban era el único paliativo para que mejore su triste existencia: el dinero. El éxito de THE SAD SHOW se establecía de antemano porque esa sociedad la promovía desde sus más altos estamentos hasta el último ciudadano.

Entendiendo bien este punto, años después Alberto Fujimori instauraría la cultura de la prepotencia y el no respeto a las formas. Lo que se vino a llamar CULTURA COMBI (Nunca hubo mejor metáfora que esta), para miseria de la sociedad peruana… y esta penosa situación generaría, lo que ese  idealista estudiante de periodismo pensaba que nunca pasaría, que un THE SAD SHOW se instaurara en el Perú,  sólo que llevaría por nombre LAURA EN AMÉRICA.



1 comentario:

Sangre para los niños dijo...

Estoy seguro de haber visto un talk show parecido en Don Gato, pero no lo encuentro.