sábado, 10 de septiembre de 2011

SUBTES Y EMOS: Tan cercanos y tan distantes.

El último número de la revista ESQUINA, ha publicado el siguiente artículo. Espero les guste.

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SUBTES Y EMOS: Tan cercanos y tan distantes.

Por Martín Roldán Ruiz

Unos alborotaron las conciencias de la sociedad peruana, con sus guitarras afiladas y su vociferante oposición al sistema. Los otros están dando que hablar por su actitud escapista y su peculiar estética. Los subtes y los emos comparten una misma raíz y muchas ramas que los bifurcan.

Una pareja de adolescentes llega a un puesto de golosinas por un cigarrillo, ambos tienen los cabellos lacios con aplicaciones de color rojo, ojos delineados, ropa negra con fucsia, correas con brebiches, los jeans ceñidos no ayudan a diferenciar quién es el varón y quién es la mujer. Compran y se alejan. La hija de la vendedora pregunta, estupefacta, ¿qué son esos? La señora, recordando pasadas épocas, responde: Son un par de jipis.

Cada época produce manifestaciones juveniles que son la característica de su tiempo. Lo que fue ayer, no es lo mismo de lo que es hoy. Y en nuestro país, se tiende a confundir todo, la mayor de las veces por falta de información. Si la señora hubiera sido un poco más contemporánea no hubiera confundido a esa pareja de emos, con sesenteros jipilones, sino con los subtes ochenteros.

Una misma raíz, diferentes florecimientos.

Si bien emos y subtes derivan del Punk, existen diferencias notables. El Emo fue una evolución de la escena Hardcore punk de Washington, en los ochenta, donde la banda Minor Threat era la abanderada. A diferencia de las escenas de Nueva York (Agnostic Front, Nausea) o de San Francisco (Dead Kennedys), la de Washington, no era tan política. Se caracterizaba por ese sentimiento adolescente que la hacía peculiar. A esas bandas se las consideraba Positive Punk, por el mensaje positivo de sus letras, donde consignaban sus vivencias diarias y juveniles. En las otras escenas primaba el compromiso político, las drogas o la autodestrucción.

El primer derivado de esta actitud positiva es el Straight Edge (Movimiento dentro del Hardcore donde los mandamientos son: No drogas, no alcohol y no al sexismo. Además sus seguidores se reclamaban vegetarianos) De ellos derivó también el Skate core (Música para skaters)

En el Perú fueron la principal influencia para bandas como G–3, Futuro Incierto, Decisión Final.

Cuando Minor Threat se disuelve, Ian Mckaye, cantante y líder, funda el grupo Fugazi, uno de los pilares del sonido Emotional Hardcore. Se le une Guy Piccioto de la banda Rites of Springs, ambos consolidarían dicho sonido y propuesta temática. Pero hay un antecedente, el Ep de Minor Threat, titulado Salad Days, donde los ritmos no son acelerados, pero no dejan de tener fuerza en las cuerdas y voz. Aparte que lo emocional, la interioridad estaba presente en las letras.

Esto sería el inicio del Emo y del nombre con que se les conoce. Simplemente un apocope de Emotional Hardcore, el tipo de música de la cual nació. No, como muchos confunden, por la traducción de la misma: Emociones fuertes... ¿Pero cómo llega al Perú?

Tal como es arriba es abajo... aunque no siempre es así.

Todos los movimientos juveniles se han forjado en las grandes ciudades industriales del primer mundo. El movimiento Hippie, el Punk. Cada uno con las peculiaridades de su espacio y tiempo determinan el carácter de las individualidades que la conforman. De allí bajan a las ciudades de la periferia mundial. Algunos teóricos afirman que es una manera de control y otros una forma de alienación para mantener a los jóvenes adormecidos, ante posibles reivindicaciones o rebeldías que afecten directamente el Stablishment (léase movimientos revolucionarios)

Sí bien el Emo surgió de manera underground y se mantuvo así hasta fines de los noventa, cuando el mainstream vio en bandas menos viscerales y más propensas a la masificación, un negocio más. Su vía de acceso a las masas de jóvenes del tercer mundo, como nuestro país, fueron las cadenas musicales tipo MTV. La cultura del cable y el Internet trajo hasta estas tierras lo más comercial del sonido Emo y, sobre todo, su estética. Esto captó la atención de los adolescentes en búsqueda de algo distinto al punk, metal, gótico, o a lo que las radios comerciales ofrecen: Reggaeton, technocumbia. Aunque en el fondo se parezca a estas últimas, por ser simplemente un producto, no una expresión.

Lo subte o el movimiento del Rock subterráneo, obedece a características muy particulares del tiempo y el espacio en que surgió. La principal influencia fue el punk, pero no fue por imitar un movimiento surgido en una metrópoli del primer mundo, lo que le dio su empuje. Dos fueron los factores: Lo musical y el contexto social.

La escena musical de Lima de principios de los ochenta estaba dominada por bandas que se limitaban a hacer covers de grupos que ciertas radios difundían y que algunas disqueras nacionales editaban: Deep Purple, Led Zepellin, Golden Earing, Slade. Ninguna hacía temas propios. Si por allí alguna se animaba, no lo hacia en castellano, o en todo caso hablaban de avenidas que para el grueso de jóvenes, era el símbolo de la pituquería, nada cercano a lo que se vivía en las calles. Daniel F, en su libro Los sumergidos pasos del amor, cuenta que iba a los conciertos para reclamar a las bandas que tocaran temas propios y en castellano; y no estar escuchando la onomatopeya del ingles cuando el cantante olvidaba la letra de, por ejemplo, Love Hurts de Nazareth.

A este anhelo por encontrar formas de expresión dentro del rock, en la cual escuchar temas en su idioma, como una forma de identidad, se sumaba un contexto de revuelta social y crisis económica, que para mediados de la década era ya insostenible. No había cable, no existía Internet, las radios no difundían rock, salvo Doble 9 y programas aislados. ¿Qué les quedaba a estos jóvenes? Influenciados por el Hazlo por ti mismo, del Punk, los primeros grupos, que después serían conocidos como subtes, no esperaron más y se lanzaron con lo básico (bajo, guitarra y batería) a crear sus propias bandas. Pero no fue suficiente.

No había espacios donde tocar ni por donde ser difundidos. Los grupos que se hacían llamar Rock Nacional, cuidaban su circuito oficial. Entonces llegó la autogestión de conciertos, la grabación de maquetas–demo, la edición de fanzines y revistas, la generación de un espacio paralelo o alternativo a lo oficial, con el agregado de que expresaban los anhelos y frustraciones de una generación inmersa en la incertidumbre de una guerra interna y crisis económica. Lo demás es historia conocida.

¿Actitud o moda?

“Si eres joven y rebelde, Coca Cola te comprende”.

La Polla Records

Para marcar distancia entre emos y subtes, hay que reconocer el contexto en que surgieron en el país. El primero es propio de una estrategia comercial de la cultura MTV, que tiene acogida en adolescentes agobiados por la falta de afectos familiares o amicales, y se encierran en un mundo interior. Una manera de ser diferentes sin llegar a ser peligrosos. Por eso, muchos emos declaran no estar en contra de nada, solamente contra ellos mismos.

Ahora bien, lo subte es todo lo contrario, influenciados por el Punk, crearon espacios de expresión a partir del Rock. Nadie les dio nada, forjaron su propio movimiento, crearon sus medios de difusión y sus propias grabaciones. Querían escuchar lo que sentían y como nadie se lo ofrecía, ellos mismos tuvieron que hacerse escuchar. No repitieron lo que sucedió en Londres del 77, crearon la forma de expresión más honesta y radical en la historia de los movimientos juveniles del Perú.

Esa es la simple diferencia. Ninguno es mejor que el otro. Solamente son cosas distintas. El reto está en que los partícipes del Emo hagan de su movimiento una vía de expresión más allá de lo comercial, algo que trascienda en el tiempo. Al igual que el Grunge o rock alternativo de los noventa, que tuvieron su época e importancia en la lucha por la vuelta a la democracia, contra la dictadura de Fujimori. Por eso cabe la pregunta ¿Pasara el Emo como una moda más o forjarán algo nuevo que llegue a mover conciencias y sean la marca de estos años que les ha tocado vivir? Ellos mismos, y el tiempo, lo dirán.


Jóvenes de ambos sexos, adoptan el Emo, como forma de pertenecer a algo, donde se sienten más auténticos. Chicas Emo, en concierto de Los Olivos, 2009.

Los Emos recogen la estética de otras tribunas urbanas y la combinan en el peinado, las correas con brebiches, los ojos delineados con rímel y los colorines. Emos en concierto de Los Olivos 2009.

Subtes en la esquina del jirón Chincha con Wilson, donde se encontraba la discoteca No Helden. Están Nico, Pepe y Kike Eutanasia, Saúl Omiso, Richi Lakra, Pedro Psicosis, Javier Zapata (hoy fotógrafo de Caretas), el chino Daniel de Autonomía y Berrocal de la revista Sotano Beat, entre otros.

Subtes en la carpa teatro del puente Santa Rosa. Pelo Madueño, es el que tiene el cigarro en la boca.

Subterráneos en la legendaria Peña Huascaran del jirón Camaná, en el concierto Lima se Muere de 1989. Están Yucatán, Chovi, Kike eutanasia, Chikidracula, el Dr. Fosforo y el Tombo Loco.

Miradas radicales y antisistema, en concierto del mítico lugar llamado El Hueko, del distrito de Santa Beatriz en 1989.

Pogo en la sala del Hueko con Eutanasia. Muchos se romperían más de un hueso en esos pogos que realmente eran brutales.

Fotos: Martín Roldán Ruiz y archivo de Roc Mañon y Andrés Barba.

1 comentario:

Saturna dijo...

Los jóvenes de hoy no fueron lo que se dijo.