I,
tú
fuiste
como el mar.
Color azul, inmenso,
que está detrás de tu sonrisa.
Misterioso, profundo, alborotado.
Caminos desconocidos, descubiertos,
entre sombras de besos y brumas de yerba.
Y yo, el sucio navegante que marcó los cauces
húmedos, donde se dividen las locuras, de la sal.
Donde la libertad quedó esclava de tu piel afeitada,
de la profundidad de tu alma. De la forma santa como
me atrapó tu aroma, tu esencia de hembra apasionada.
Sonreías con cada camino de mi saliva recorrida y me
decías: Sálvate de la verdad, que te matará la mentira.
Pero soy incrédulo, como aquellos rompeolas donde
iba a morir la marea, salpicando tu rostro castaño,
y mi corazón salvaje, de odio enamorado.
Donde se dibujaba tu nombre diáfano:
Suspiro de pétalo, gota de sal.
El sollozo invisible,
de la flor.
viernes, 23 de enero de 2009
LAGRIMA DE FLOR
Foto: Rocío F.
Publicado por Martín Roldán Ruiz en 12:40
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3 comentarios:
Grande !!!
Hace tiempo que no veía un poema de estos con un buen texto y un buen sentimiento, la forma y el contenido precisos.
Muchas gracias Enrike e Iván por sus comentarios. Me alegra que te haya gustado el poema.
Martín Roldán
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