martes, 1 de diciembre de 2009

TESIS-BOMBA!!!! Una aproximación: Generación cochebomba y los lazos de poder.


Los Sex Pistols vistos por CRASS

Ángelo Prado es un estudiante de literatura de la Universidad Católica. Hace un tiempo publicó una reseña de mi novela en la revista NUDO (Leer acá). Posteriormente me anunció que su tesis de licenciatura estaría centrada en Generación cochebomba. Pues bien, el 4 de noviembre pasado Ángelo dio una ponencia en el Coloquio de estudiantes de Ciencias Sociales de la PUCP, el cual comparto con ustedes; asi como un breve resumen, del mismo Ángelo, sobre una parte de su investigación.


"Mi tesis se centra en la resistencia del personaje principal a los discursos hegemonicos y homogenizantes que se presentan en la novela: el discurso del autoritarismo politico (militar y la propia democracia), el discurso de la educación (el que estudia triunfa), y el discurso senderista. Además, mi tesis propone que cada miembro de la familia representa cada uno de esos discursos. La ponencia refiere, como ya te habrás dado cuenta, a la figura del padre y el autoritarismo militar y del gobierno de Alán (en realidad en el Perú el autoritarismo se da también en democracias)"

Una aproximación: Generación cochebomba y los lazos de poder.

En los últimos años, hemos podido apreciar un incremento de obras literarias cuya temática está estrechamente ligada a la violencia política que asoló a nuestro país durante la década de los ochenta y principios de los noventa; siendo muchas de estas premiadas a nivel internacional.


Siguiendo esta línea de literatura relacionada con el terrorismo llega Generación Cochebomba de Martín Roldan Ruiz (1970), novela que funciona como testimonio para quienes les tocó la “suerte” de ser jóvenes en la década de los ochenta en nuestro país. El libro, desde la tapa, es una invitación a la reflexión: se muestra un collage de imágenes en blanco y negro que funciona como resumen de la década. Todo esto rematado por el título en letras rojas. La utilización del color negro y rojo es bastante significativa: rojo es sentimiento revolucionario comunista, mientras que el negro es el color de la manifestación musical fuera de los círculos comerciales: el rock subterráneo (la movida subte). Los miembros de esta movida poseían un desinterés total por la vida política y social; simplemente querían vivir el momento. Estos, tomaban sus vidas como una carrera de autos, viviendo al límite. Dentro de las páginas se desarrolla la historia de un grupo de jóvenes. Cada uno es un pequeño universo de problemas, anhelos y decepciones, pero todos son iguales en algo: cada una de estas vidas ha sido tocadas por el terrorismo. El libro presenta la violencia interna no solo como un problema social y político, sino como un fenómeno que también es íntimo, familiar. Un fenómeno que puede meterse en nuestra vida personal, amical y amorosa, como veremos más adelante.


Pero no caigamos en el facilismo de enmarcar a esta novela dentro de violencia política, porque no lo es. Generación Cochebomba es también una novela de búsqueda personal. El personaje principal, Adrián R (nótese el juego de palabras Adrián con Adán), anda en la búsqueda de lo que todos queremos encontrar: una razón para ser, nuestro lugar en este mundo.


Mi objetivo en los tres capítulos que conforman esta tesis es mostrar como la familia del personaje principal Adrián R representan discursos hegemónicos y que su relación con cada uno de ellos representa la resistencia del subalterno contra la homogenización. Estos discursos son: el discurso del autoritarismo; el discurso de la educación; y el discurso comunista[1].


Definimos la categoría del subalterno como aquel sujeto que se resiste a la homogenización por parte de un poder. Al respecto John Beverly hace una acertada comparación con la categoría de lo Real, en términos lacanianos: “El subalterno es, de alguna forma para el saber académico, similar a la categoría de lo Real de Jacques Lacan, es decir, aquello que se resiste a la simbolización absolutamente” (Beverly 2004:23).


Sin embargo, no debemos olvidar que esta misma categoría no es ontológica, es decir, no es fija. La definición depende de la posición del otro.

Relación Adrián R y su papá

Adrián R es nada menos que un ex-alumno de uno de los colegios más conocidos de Lima, ( Virgen de Guadalupe) pero que ha resistido al Aparato Ideológico del Estado[2], es decir, no ha interiorizado el discurso de progreso de la educación . Por otro lado, El padre de Adrián R es un típico ejemplo de peruano contemporáneo, especialmente del peruano adulto, es decir, un sujeto machista, dominante (rasgo presentado de manera sutil), y sobre todo, un pragmático. Este padre de familia además refleja, con su historia personal, el fracaso de los proyectos recientes de modernización del Peru[3]. Para empezar, durante toda la novela no aparece su nombre. Este dato que podría parecer intrascendente, denota algo contundente: estamos ante un personaje colectivo.


En este capítulo me centraré en algunas escenas narrativas, las cuales me permitirán demostrar como el padre encarna el autoritarismo pero a la vez es un sujeto subalterno. Su hijo, se da cuenta de esto, y desarrollará un fuerte sentimiento de desacato a la autoridad.


La primera escena a la que haré referencia muestra un autoritarismo sublime, casi imperceptible en una primera lectura. En esta escena se muestra el malestar que causa la actitud del personaje principal a su madre y hermana, quienes le exigen que trabaje para ayudar a solventar los gastos de la casa; Más aún encontrándose en ese momento el padre enfermo. A pesar de esto, padre defiende a su primogénito:

Se acomodó los cabellos canosos. “Lo que quieras pídemelo a mí”. Adrián R le alcanzo una silla. La madre trató de explicarle con algo de nervios que adriancito ya era un hombre y tenia que ayudar con el mantenimiento de la casa.

El padre escuchó, era una de sus virtudes, dejaba hablar a los demás y los oía con atención, aunque nunca hacia caso a lo que le decían “No, mujer él aún es joven. El tiene que estudiar, el va ser un profesional. No va ser como yo un obrero pobre estafado y que ahora es taxista” (75).


De estas líneas se trasluce como el padre no necesita usar la fuerza o el castigo físico para imponer su voluntad. La madre no puede hacer nada ante esto y se somete a la voluntad de su esposo. Cuando el padre manifiesta “lo que quieras pídemelo a mi”, intenta encarnar el papel del gran padre, de líder todopoderoso que va cuidar y alimentar a sus ciudadanos, aunque seria mejor decir siervos. Lo interesante es que el pedido de la madre es totalmente justificado, pero el padre sabe que ceder mermaría su autoridad. Es una actitud que recuerda la imposibilidad de nuestra clase política de decir “me equivoqué”.

Sin embargo, lo más interesante que trasluce el padre es su intolerancia a la opinión de los demás cuando el narrador, en tercera persona, manifiesta que el padre de Adrián R es bueno para escuchar pero no seguir las observaciones de otra persona. Es aquí que el personaje deja traslucir su sesgo autoritario y hace preguntarse al lector de dónde viene esa tendencia. La respuesta se nos dará en la segunda parte de la novela denominada Lado B. Es en esta segunda parte, asistimos a un flash back del mismo personaje ante las preguntas de un cliente, que es un terrorista encubierto. El padre recuerda feliz la época del denominado gobierno revolucionario de las fuerzas armadas.

El narrador a partir de este recuerdo, hace referencia a una de las medidas más polémicas que tomó dicho gobierno. Nos referimos a la creación de las comunidades industriales, la cual permitía a los trabajadores tomar parte del accionariado de una empresa, es decir, se brindó la posibilidad de que los trabajadores puedan ser dueños de la empresa donde laboraban.


Esta medida tendrá como consecuencia la asociación dictadura-bienestar a la que el padre pondrá como máxima de su vida: “Solo tenían que trabajar duro y parejo, y el porvenir vendría solo y así vinieron los buenos tiempos. Tiempos que Adrián R recordaba cuando su padre llegaba con caramelos y una sonrisa del trabajo y su madre hacia un almuerzo y una cena distinta con sopa y todo; y sus uniformes comprados en Scala gigante, pantalones cónsul ¡no se arrugan ni a la fuerza!” (153).


La asociación dictadura-bienestar es el triunfo del aparato ideológico del Estado. La ideología de que “el Perú necesita mano dura para que haya orden y progreso” calará hondo en el padre y se convierte en una característica paterna. Por otro lado, si hablamos de un binomio dictadura-bienestar, es evidente que existe otro binomio: democracia-desgracia. Esta forma de gobierno, reconocida como imperfecta pero a la vez como la menos catastrófica se presenta como el ángel destructor de la “vida feliz” del progenitor. En su recuerdos, este taxista se remontará a sus épocas de sindicalista y a su participación en una huelga general acaecida en la segunda parte del gobierno revolucionario de las fuerzas Armadas, cuando el jefe de gobierno era Francisco Morales Bermúdez (apodado el felón en la novela). Esta huelga que se produjo en varias ciudades del país buscaba el retorno de la democracia. La pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿por qué una masa de trabajadores apoya una marcha contra el sistema que les permitió ser dueños de las empresas donde laboraban? La respuesta la da el propio taxista paginas atrás luego de relatar a su cliente como el gerente de la empresa donde laboraban se acercó un día a decirles que vendería su acciones, debido a que los pronósticos electorales daban como ganador al “arquitecto” (clara referencia a Fernando Belaúnde ) y que este no permitiría que una empresa creada por los militares sobreviva en democracia: “Esperamos confiando en que un demócrata no haría eso” (154). Esta respuesta ilustra claramente el funcionamiento de una ideología. Los trabajadores tenían interiorizada la idea de que la democracia es la mejor forma de gobierno y que esta trae bienestar a todos ( una idea que se introduce desde la escuela). Ahora bien, si la política de las comunidades industriales traía bienestar a una enorme cantidad de gente (justamente uno de los objetivos de la democracia), era lógico que muchos trabajadores pensarán que la democracia mantendría o mejoraría esta medida de gobierno (aún cuando esta fue esgrimida por un gobierno dictatorial). Esta forma de razonar demuestra la eficacia de los Aparatos ideológicos del Estado, debido a que estos “atacan” a través de diferentes vehículos (la escuela o los medios de comunicación masiva). Al respecto, Louis Althusser menciona: “la mayor parte de los aparatos ideológicos del Estado (en su aparente dispersión) provienen en cambio del dominio privado. Son privadas las Iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, las familias, algunas escuelas, la mayoría de los diarios, las instituciones culturales, etcétera” (126).


De esta forma el padre reservará a la democracia su odio sentenciando: “Meses después convocaron a elecciones para la asamblea constituyente y volvimos a la democracia… y con ella mi desgracia”(157).


Adrián R, por otro lado, se da cuenta de que su padre aún no entiende que el bienestar no depende si la forma de gobierno es autoritaria o democrática, sino de la voluntad de la clase dirigente. Si en un principio los militares iniciaron reformas que permitieron un mejor nivel de vida, ellos mismos se lo quitaron cuando vieron que ya no les convenía. Si bien Adrián R es un convencido de que la democracia no sirve, él no será participe de la militancia pro- autoritarismo de su padre aun a pesar de que tuvo una infancia placentera durante los años de la dictadura militar (75).

El episodio fundamental para explicar esta actitud es la batida narrada a comienzos de la novela. El escenario es un concierto subterráneo, donde se dejan escuchar en diferentes momentos letras de canciones. De esta forma, no solo se nos permite seguir las acciones del personaje principal y sus amigos, sino que además nos permite percibir la desidia y el enojo de esta tribu suburbana contra la democracia y el orden establecido. Tres son las canciones que se presentan y que pueden ilustrar la desidia antes mencionada contra el sistema establecido. La primera hace referencia a la religión católica como una forma de homogenización y de opresión, la letra “.ni bien nacido te bautizaran y a ser cristiano te condenaran” es una muestra de esto. Aquí, la religión funciona como un discurso que busca controlar la vida de las personas (la religión entendida como normas “debes hacer esto, no hagas lo otro“. La segunda canción hace referencia a la raza blanca, entendida por supuesto, como la raza dominadora del país. El mensaje de “púdrete pituco reconchatumadreeeeeeeee” habla por si solo. Si estas dos canciones son una denuncia, poco después aparece su respuesta. Esta, sin embargo no es musical sino violenta. En efecto, el narrador muestra a la policía como fuerza de represión:


“contra la pared, carajo” gritaba un sargento trinchado y barrigón. Con su vara golpeaba todo lo que estaba adelante, sin importarle si era hombre o mujer. Adrián R trato de ubicar a Olga y a Carlos Desperdicio o al Innombrable pero solo vio rostros furiosos, empapados y aterrador de sudor. Pensó en Pocho Tebrinkla sin recordar que había sido el primero en ser detenido y que ya estaba dentro del portatropas estacionado en la calle (19).


La tercera canción se enlaza con la entrada de los policías y refleja la decadencia de la autoridad en el Perú. Cuando el cantante subterráneo enuncia su letra “sucio policía verde, actúas por conveniencia, sucio policía verde, defiendes la decadencia… el honor no es tu divisa, tu divisa es la corrupción”, esta sirve como background a la redada. La música llama la atención del lector de que el accionar de la policía cuya labor principal es mantener el orden, está actuando como agente del autoritarismo. Lo que hace la policía es no dejar que se exprese el subalterno. Si el subalterno para Spivack no puede hablar porque al hablar dejaría de ser subalterno pues ingresaría al mundo letrado, es decir, al orden hegemónico. Aquí el subalterno, utiliza el lenguaje, la letra para atacar el orden hegemónico. Este intento lo hace a través de su arte (la música) pero queda tan solo en un intento, pues no tiene la fuerza ni la unión necesaria para contrarrestar a las fuerzas policiales.

Adrián R entiende la inutilidad de enfrentarse a las fuerzas policiales y es por eso que ante la irrupción de un pensamiento revolucionario, muestra su resignación y niega a convertirse en un mártir como su padre, pues no quiere terminar como este: “si perderíamos el miedo podríamos ir contra los tombos pero como nadie pensaba igual que él se dijo “yo solo no puedo hacer nada, y al final, ¿de que serviría?”(19).

Esta actitud de Adrián R muestra claramente la materialización de la idea de no futuro. Para Adrián R el provenir del Perú se muestra sombrío y no hay nada que puede cambiarlo. Luchar contra esto es inútil, pues siempre al final triunfa el orden hegemónico.

Por otro lado, la actitud de Adrián R en la cárcel muestra la ideología contemporánea de la sociedad peruana, es decir, ¨estar a la defensiva¨. El peruano siempre está cuidando sus espaldas, y pendiente del daño que el otro puede hacerle. A pesar de estar sentado y callado Adrián R está atento a lo que le puede pasar, y debido a esto evita ser víctima de un robo (26-27). Sin embargo, no debemos establecer a este personaje totalmente opuesto a la figura paterna. Si nos sumergimos en la novela podemos encontrar un momento claves que nos revelan a un Adrián R como reproductor, en menor escala, del comportamiento paterno. Este acción se encuentra en el primer capítulo y es desarrollado a profundidad por el narrador en el capítulo VI de la primera parte (Lado A). En el comienzo de la novela, el personaje principal es abordado por un niño callejero que le pide una limosna. La actitud que Raúl, así se llama el personaje, produce en Adrián una actitud contraria a la desarrollada por el lector en las primeras líneas:

Lanzó un escupitajo al viento y continuó, repasando sus diecisiete años al lado de su padre, su madre y su hermana. Sin muchos amigos. Vida en su mayor parte solitaria, a pesar de uno u otro romance, sin mayor trascendencia para él. Como ese día, como todos los días, en que solo despertarse, implicaba una partida inútil, en una carrera sin premio (9).

Poco después de esta descripción de narrador, aparece Raúl que consigue un cambio en la actitud del joven subterráneo: “Adrián fue conmovido por ese rostro mestizo y de ojos verdes que comenzaron a brillar lacrimosos. Así fingían cuando se encontraban en peligro” (10). A pesar de la posible performance de niño, es evidente que su comportamiento despierta en Adrián R una actitud más humanista. Esta última actitud se tornará más compleja en el capítulo VI y derivará en una discusión sobre el paternalismo de manera indirecta. En el referido capítulo, Raúl es llevado a la casa de Olga, amiga de Adrian R, para ofrecerle algo de comer debido a su escasez de recursos. Olga accede a alimentar a Raúl con la condición de que se bañe, regalándole, además, un poco de ropa.


Luego de bañarse, vestirse y comer en la casa de Olga, Raúl le cuenta a ella y a Adrián R, la historia de su vida. En una escena que se asemeja a un programa televisivo, el pequeño narra ante sus espectadores los maltratos de su madre y su padrastro hasta su huida final. Tanto Olga como Adrián R no pueden contener las lágrimas.

Cuando Olga le pregunta a su amigo si siente lástima por el niño. Ante la respuesta afirmativa de Adrián R, la mujer le recrimina y le señala que debería sentir solidaridad, pues solo de esta forma podría ayudarlo. La actitud de Olga apunta a un cambio de las estructuras de poder, con el fin de parar las injusticias. Esto es expresado en una interrupción al relato de Raúl: “La culpa es de este sistema, de la corrupción. Cómo evitar que nazcan más niños en hogares destruidos, con padres inhumanos, que solo saben engendrar. Dime Adrián ¿Por qué hemos tenido tanta suerte de tener una familia, por qué tenemos ese privilegio, y ese niño, no?”(86).

Notas


[1] Si bien el comunismo buscaba la igualdad entre los hombres, despojándolos de la propiedad (aquello que originaba la diferencia, o dicho en términos teóricos, la subalternidad, lo cierto es que todo proyecto comunista desemboco en los más atroces autoritarismo.

[2] La definición que utilizo de Ideología es la esbozada por Louis Althusser (Zizeck 2008:137) en su artículo, ”Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado”. En este artículo se define la Ideología como el sistema de representaciones que domina el espíritu de un hombre o grupo social. En otras palabras, esta se define por un concepción de mundo que no corresponde a lo real

[3] En este punto tomó la ideas esbozadas por José Matos Mar en su libro Desborde popular y crisis del Estado


Bibliografía

1.- Roldan Ruiz, Martín. Generación cochebomba. Lima: Independiente, 2007.
2.- Beverly, John. “ Subalternidad/ Modernidad/ Multiculturalismo. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. Año XXVII, N53. Lima- Hannover, 1er semestre del 2001,pp. 153-163.
3.- Zizeck, Slavoj, compilador. Ideología: Un mapa en cuestión. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2008.
5.- Pinilla, Carmen María, editora. Lima: SUR Casa de estudios del Socialismo, 2004.

5 comentarios:

♀ Nadya PR. dijo...

imagino cómo te debes senir, Martín.
Realmente un honor, ¿no?

provecho entonces :)

Anónimo dijo...

Hola Martin,

En el blog de Rodolfo Ybarra, hiciste mención a que harías un post sobre Omiso. Yo me había olvidado del tema hasta que en la última Feria del Libro chequeando el libro del F que presentó allí comparte los últimos momentos que pasó con Omiso, ya internado y que pidió verlo.

Tuve oportunidad de conocerlo en el puesto de Galicio en Colmena y luego en la tienda del mismo en Centro Lima. No pude verlo con sus bandas en vivo, pero lo recuerdo con aprecio y con muchas ganas de comunicar cosas.

¿Se puede retomar lo del post sobre el Omiso?

Muchas gracias y, a pesar de alguna discrepancia, felicitaciones y adelante con la labor literaria.


Juan Carlos

Generacion cochebomba dijo...

El F me mandó ese texto sobre el Omiso hace unos meses, quería precisar algunos datos. Algunas cosas que dice no las comparto, pero es el rollo del F en relación con el Omiso y las respeto...y de verdad yo estaba pensando eso de escribir algo sobre el Omiso, quizas pronto haya novedades.

Un abrazo y gracias por las felicitaciones

Martín

Anónimo dijo...

Hola Martín,

El domingo se te vio en el ingreso del Comando Svr a la tribuna del Monumental a través de la transmisión en vivo. Hay honor también en estar junto al equipo en sus momentos más complicados.

A pesar de la discrepancia en el apoyo a las barras, un reconocimiento honesto a esa lealtad indoblegable.

Un abrazo,


Juan Carlos

Anónimo dijo...

Que tal Martín? este estracto de la tesis de Angelo me ha ayudado a ampliar el panorama y sobre todo me parece genial el haber remarcado que tu libro no sólo se basa en lo político social, si no en aspecto íntimo familiar.
Gran trabajo de Angelo.
Ya sabes Martin las pasitas!!

Pamela Death