miércoles, 28 de mayo de 2008

Y NO PODRAN MATARLO...

Alejandro Romualdo ha muerto, y buscando una foto para hacerle un homenaje en este blog, encontré este texto en el diario chileno La oPiñón. Lo posteo porque es una muestra de su universalidad e inmortalidad. (Martín Roldán Ruiz)
Alejandro Romualdo: Un gran poeta del Perú


Cuando uno anda en parte de la tierra de los incas, en especial en aquel sector costero que va entre el extremo sur del Perú y su capital, uno dimensiona lo bella que es esa tierra. Y cuánto fruto ha dado al mundo; en especial su gran poesía.

En las noches estrelladas del desierto peruano hay una similitud enorme con el desierto nuestro, el de Atacama: pareciera que el universo entero quisiera precipitarse sobre la tierra. Pero no: las estrellas y los astros numerosos están allí. Iluminados, quietos, unos; lanzando destellos de luz, otros; y moviéndose de un lugar a otro, algunos; luego están los pocos que parecen caer. Es una fiesta la noche desértica de Perú. Es un jolgorio la noche desértica de Chile.
Perú es la patria de un enorme poeta: Alejandro Romualdo.
Perú es un país de grandes hombres y también de pequeños (los tiranos y los corruptos). Perú es la patria de José Carlos Mariátegui y de Manuel González Prada, dos altos baluartes del pensamiento social. El primero, marxista, fundador del Partido Comunista del Perú. El segundo: anarquista. El tercer gran pensador peruano es Víctor Raúl Haya de la Torre, el fundador del APRA. Éste último era socialdemócrata. Pero me interesa aquí hablar del poeta que nombré, me interesa hablar de Alejandro Romualdo.

Pero antes reseñaré los nombres de otros grandes bardos del país vecino-hermano: César Vallejo es la mayor altura de la poesía peruana. El maestro, el hombre bueno que se fue a París a dejar sus huesos. Sólo París tiene su cuerpo, pero su poética es universal. A Vallejo le siguen otros dos enormes baluartes: José Santos Chocano y José María Eguren. El primero fue asesinado en la capital de Chile: a su vez él había asesinado en su patria al joven escritor Elmore, aliado de José Vasconcelos, en la lucha contra las dictaduras latinoamericanas de las primeras décadas del siglo pasado. Chocano, luego de haber estado al lado de los revolucionarios mexicanos, se puso –junto al poeta argentino Lugones- de parte de “los gobiernos fuertes”.

Otros grandes poetas ha tenido la patria libertada por José de San Martín (con el apoyo de O’Higgins), Hipólito Unanue y Mariano Melgar (poeta también).

Generalmente todos los grandes vates del Perú pertenecen al siglo veinte, como los antes nombrados (exceptuando a Melgar) y esa línea de la gran poesía peruana llega hasta ahora donde destacan Carlos Germán Belli y Antonio Cisneros. En los años sesenta dos jóvenes poetas, dos grandes promesas de la lírica, dejaron su vida en los hermosos campos de la utopía libertaria: Javier Heraud y Edgardo Tello.

Alejandro Romualdo está, junto a Leoncio Bueno y Juan Gonzalo Rose, entre los poetas mayores del Perú, cuya lista es enorme.

Yo conocí la poesía de Romualdo tardíamente y confieso que no sé mucho de su vida. Pero su poética es evidentemente reflejo de la entidad social-dolorosa de su pueblo, y siendo Perú, muy parecido, en ese aspecto a la gran mayoría de los países de habla hispana, es obvio que su decir, su cantar, sea válido para los hombres de cualquier lugar del mundo.

Sé que nació en Trujillo en 1926. Y me he enterado que aún vive. Para suerte de la poesía. Poeta comprometido hasta la médula, poeta de sabiduría social, poeta no planfletario, poeta que marca un singular sello a su cantar. Su poesía es un deleite que, incluso, toca al ser humano no comprometido como él. Romualdo ha publicado libros como: “La torre de los alucinados”, 1945; “Mar de fondo”, 1952; “Cuarto mundo”, 1972, y muchos otros.

Tiene un poema extraordinario, una verdadera pequeña joya preciosa. Es un poema social en que, como en muchos de ese tipo, no deja de lado el factor amor. Se llama: “Si me quitaran totalmente todo”.

He aquí el poema:

“Si me quitaran totalmente todo
si, por ejemplo, me quitaran el saludo
de los pájaros, o los buenos días
del sol sobre la tierra,
me quedaría
aún
una palabra. Aún me quedaría una palabra
donde apoyar la voz

Si me quitaran las palabras
o la lengua
hablaría con el corazón
en la mano,
o con las manos en el corazón.

Si me quitaran una pierna
bailaría en un pie.
Si me quitaran un ojo
lloraría en un ojo.

Si me quitaran un brazo
me quedaría el otro,
para saludar a mis hermanos,
para sembrar los surcos de la tierra,
para escribir todas las playas
del mundo, con tu nombre,
amor mío”.

Alguien, aquí, en Chile, escribió algo muy, pero muy parecido, a este gran poema. ¿Hecho casual o copia? Es un autor surgido entre fines de los años setenta o comienzos de los ochenta.

Ante la enorme belleza de “Si me quitaran totalmente todo”, uno siente que la poesía de este gran poeta del Perú es válida en la tierra de los incas, en la tierra de los mapuches, en la de los aztecas, en la de los mayas, en las de los guaraníes y en la de todos aquellos que aman la palabra poética e incluso en aquellos que no muy cerca están de ella.

Escrito por José Martínez Fernández

1 comentario:

Supayniyux dijo...

La vida de los muertos está en la memoria de los vivos, según Cicerón. Este poeta permacenerá en muchas memorias. Tristes sus últimos momentos, y muy extraña la experiencia de haberlo visto tan cerca luego de ellos, pero como te dije, nadie merece morir solo y abandonado, mucho menos un escritor.
Saludos