jueves, 9 de agosto de 2007

ROCK Y DICTADURA

En su primera fase el gobierno revolucionario de las Fuerzas Armadas, tuvo como objetivo erradicar la alienación que ejercía el imperialismo yanqui sobre la juventud peruana. Muchos militantes de izquierda y jóvenes especialistas con ideas progresistas se unieron en esta cruzada. Unos se armaron de la experiencia de los países socialistas y otros se armaron de las teorías de la escuela de Frankfurt.

Hoy en día, muchos de esos jóvenes, ex progres, y ahora tíos, abundan por las redacciones y oficinas de muchos medios de comunicación. Fácil esconden avergonzados esa etapa de su vida. Si nos ponemos a investigar, nos toparemos con no pocos singulares ejemplares de la hoy sacrosanta libertad de expresión.

Militantes y disciplinados, se integraron al SINAMOS (Sistema Nacional de Movilización Social) o al SINACOSO (Sistema Nacional de Comunicación Social) oficinas gubernamentales encargadas de la limpieza de las malas influencias yanquis.

Uno de los objetivos: el Rock.

El planteamiento era simple. La influencia que esta música ejercía sobre la juventud no iba con el ideal que el gobierno militar se había plateando forjar en ella. La expulsión de Carlos Santana y su banda –por indeseables– que hizo el ministro del interior Gral. EP. Armando Artola en 1971, fue el inicio.

Suena paradójico, por todo lo que se dice de esa época, pero en esos años tuve mis inicios y primeros roces con el Rock. Un anónimo me hizo una pregunta, en el post anterior, sobre cuáles son las doce canciones que marcaron mi vida. En el micro me di el tiempo para ir recordándolas. Pero, más allá de hacer el recopilatorio de ellas, se me platearon varias preguntas. ¿Fue realmente lo que se dice de esos años? ¿Entonces por qué seguía sonando Rock en las radios? ¿Por qué la discotienda de la vuelta de mi jato tenía discos de todos los grupos de la época? ¿Los jóvenes progres del SINACOSO boicotearon las directivas en cuanto al Rock? ¿Eran quintacolumnistas del Billboard? ¿Escondían entre sus discos de Kilapallum, algún alienante elepe de los Rollings Stones?

Las canciones que marcaron mi vida son básicamente de Rock. Y en una lista de doce, nica entran todas. Cada una tiene su momento y por eso aún se mantienen en mi recuerdo. La mayoría son de los años setenta. Años en que, según dicen los entendidos, el Rock fue perseguido y deportado. Mi experiencia me dice que a veces la leyenda se alimenta de exageraciones.

Las canciones que yo recuerdo en mi lejana y santa infancia son las del expulsado Santana (!) de unos discos que coleccionaba una tía mía. Mujer de Magia Negra era mi favorita. Hasta años después me imaginaba a esa mujer como la bruja de Hanssel y Grettel. Estaban, también, los discos 45 de Los Beatles. Los de la Apple Records que tenían una manzana partida por la mitad allí donde estaba el agujero. Yo a esa edad –unos siete años– ya sabía de quienes se trataba. Recuerdo al hermano de mi vieja cuando escuchaba Radio Miraflores e incluso lo que decía el locutor antes de presentar el hit del momento: “Desde la capital mundial del disco, Estados Unidos de Norteamérica” (!) la canción que sonaba era The leader of the pack de Gary Glitter.

Quizá existía una oficina–filtro donde se escogían las canciones para las radios. Pero no creen que si el locutor se atrevía a lanzar al aire, el alienante e imperialista dicho, de que sus éxitos se lo mandaban directamente desde el país enemigo numero uno del Plan Inca, estaba pidiendo poco menos que lo deporten. Quizá ese locutor haya sido un pionero clarividente que veía lo que se vendría en los ochentas y ya estaba pensando en largarse de este nuestro querido país. Y si la deportada le salía gratis, pues bienvenido sea… ¿no?

Antes de que se vaya el gobierno y yo con casi diez años encima, al igual que El niño de junto al cielo, me decidí a salir a la calle. Recuerdo a los más grandes de la collera del barrio, con sus jeanes acampanados, los cabellos crecidos y los chalequitos de la misma tela desteñida. Reunidos en la esquina de Recuay con Huaraz en Breña, hablaban del disco rojo de Slade en vivo. O las canciones de Queen como We will rock you o Don’t stop me now; de Deep Purpple y su tema Estrella en autopista. Bandas como Grand Funk Railloard y T-Rex también me trasmiten a esos años. Posteriormente la canción Wango Tango de Ted Nugent.

En la avenida Venezuela había dos discotiendas. La más conocida era la Multidiscos. En ambas, entre long plays de Disco Music, recuerdo haber visto un disco de Uriah Heep. También unos recopilatorios donde el más destacado era ¡Black Sabbath! Ambos con comentarios de Gerardo Manuel. Todos en producción nacional. No recuerdo si era IEMPSA, RCA o Discos Hispanos.

Pero aparte de la cultura rockera que se respiraba en mi barrio –Muchos iban a la mítica discoteca La Caverna– no puedo dejar de mencionar a Disco Club. En mis recuerdos más lejanos de videos está presente ese querido programa. Gerardo Manuel es para mí el padre de mi lado roquero. Yo llegaba corriendo para cambiar al canal 7 del único televisor de mi casa, ante las protestas de mi abuela Lucha –perdóname viejita tantas malcriadeces que te hice sufrir–. Allí pude ver alucinado a Angus Young tocar la guitarra, frenéticamente y en alto voltaje. Mi abuelita, mortificada, esperaba a que acabe el programa para ver su novela. Repetía insistente, refiriéndose a Angus: “Ese muchacho debe estar drogado, seguro”.

Este recuerdo me trajo una interrogante más ¿Cómo es posible que en el canal del estado, en años de Telecentro, haya surgido y se haya consolidado Disco Club? El mismo Gerardo Manuel declara que en 1978 había presentado el proyecto a los canales que estaban controlados por esa oficina, pero es en canal siete, donde hubieron unos amigos suyos que habían escuchado su programa La Hora Pirata, en Radio Miraflores, y por el buen trabajo realizado allí, intuyeron que el programa seria igual de bueno y le dieron pase. No se equivocaron.

Pero de todas maneras, estos hechos demuestran que existen incongruencias entre lo que se dice sobre el Rock peruano y su relación con la dictadura. Pero eso es lo de menos. Si realmente hubo esa censura o si se olvidaron de censurar o si los encargados de hacerlo eran adictos a esta música, ya no es problema de nosotros. Lo único cierto es que por ese programa en canal siete, muchos nos hicimos roqueros de corazón. Gerardo Manuel ganó la batalla. Y si tenemos al primer grupo Protopunk, Los Saicos, debemos sentirnos orgullosos -sin ánimo chauvinista- de que el primer programa de video clips fue peruano y fue Disco Club.

La cosa es que nunca tuvimos gente como Gerardo Manuel, que arriesgaran de manera creativa por hacer en el Perú una verdadera cultura roquera. Un mercado tan grande como el brasileño o argentino, que sólo unos años antes, eran una zapatilla al lado de nuestra escena. Si hubiera habido un par, nada más, como Gerardo Manuel, no estaríamos echándole la culpa al gobierno militar. Una iniciativa igual de importante como Disco Club, fue el surgimiento de Radio Doble 9, La Radio Rock en Lima, en 1979. ¿Quizás como estábamos en la segunda etapa del gobierno militar, menos radical que la primera, hubo una apertura?

Tuvieron mucha responsabilidad los uniformados y sus asesores del SINACOSO y el SINAMOS. Pero la verdad de la milanesa es que no pensamos en grande. Siempre a medias. Disco Club fue un gran logro que otros debieron reforzar y mejorar. Si hubiera sido de otra forma, hoy no estaríamos viendo MTV sino Disco Club para toda Latinoamérica y el mundo. Gerardo solo, no podía. Así, con todo, su obra es grandiosa.

Por tal motivo puedo decir que a partir de Disco Club pude escuchar Back in Black de AC/DC y me marcó la vida. Desde allí llegaron muchas canciones y elepes de los cuales puedo decir lo mismo. Aunque sé que no son del gusto común, los mencionaré sin ningún orden cronológico:

– Eskizofrenia de Eskorbuto (Todas las canciones)
– Narcosis (La Mierda rodea tu cabeza, Sucio policía, Represión)
– La maqueta Vol. N° 1 con bandas subtes (La esquina es la misma de Zcuela Crrada)
– La maqueta de los 13 con bandas subtes (Tratas de buscar algo de Eutanasia, ¿Qué patria es esta?, de S de M; Épocas futuras de Empujón Brutal)
– Salve de La Polla Records (Todas las canciones)
– El primer Lp de Leuzemia (Todas las canciones)
– Never mind the bollocks de Sex Pistols (Todas las canciones)
– Demasiados enemigos de Eskorbuto (Todas las canciones)
– El Total Doom del grupo hardcore Doom.
– Love will tears you’s apart de Joy Division
– No insista no hay vacantes de Excomulgados
– El Ep de Ataque Frontal
– La maqueta Un nuevo enemigo de G-3.
– La maqueta Sentimiento de agitación de Eutanasia.
– El primer Lp de Suicidal Tendencies
– The Crew de 7 seconds
– El primer Lp de Minor Threath

Solo una reflexión final. Así como yo, muchos crecieron escuchando rock, del tipo que sea. El ideal que los milicos habían trazado para nosotros, nos hubiera hecho diferentes, pero nos hubiera limitado como personas. Gracias al esfuerzo de Gerardo Manuel y de otros, no fue así. Por eso mi eterno agradecimiento. Y también al que me hizo la pregunta sobre las canciones que marcaron mi vida, tal vez nunca hubiera imaginado el tema de este texto, porque realmente... ¿A quién, carajo, le podría interesar?

viernes, 3 de agosto de 2007

LA ZCUELA NO ESTABA CRRADA

Cuando escribí mi novela – y perdónenme si hablo de la misma – quise que fuera también un homenaje para todos aquellos que vivieron la época del Rock Subterráneo. Tanto para aquellos que fueron partícipes, como para los que sin haberlo vivido, lo sienten como suyo. Cuando la acabé pensé inmediatamente en la dedicatoria. Tenían que estar los nombres de aquellos que bien pudieron ser protagonistas de dicha novela y que por esos motivos de la vida ya no estaban presentes.

Ya la tenía elaborada. A algunos solamente los conocía por apodos: Beni Gil, el Cachinero, Edgard Barraza, más conocido como Kilowatt, y Saúl Cabrera, el Omiso. Ya a punto de publicar, se sumo un nuevo amigo: El Maya. Cuando entregué el libro a la imprenta, pensé y anhelé en que la lista no aumentara nunca. En todo caso, por muchísimos años.

El pasado domingo 29 de julio, falleció Edwin Nuñez o Edwin Z, cantante de una de las bandas subtes más prometedoras de esa época, Zcuela Crrada.

Cuando escuché, algo tardíamente, su canción “La esquina es la misma”, me encontré con una de esas canciones que te marcan la vida. El tema es la inutilidad de todo. La angustia, el absurdo. El disfraz con el que cubrimos la esencia verdadera. “Toda la mierda es la misma, las calles desnudas, el bar. No hay Dios que sane la herida, que se abre más, mucho más”.

Desde esa vez se convirtió, para mí, en un tema emblemático. Cada vez que la escuchaba me reenviaba a esos años, y me fue de mucha ayuda para sentir otra vez la esencia de la época y poder plasmarla en mi novela. Es más, me tomé el atrevimiento de colocar el extracto de esa canción, que líneas arriba pongo, en el capitulo IV de mi libro. Aparte de mencionar en muchos momentos al grupo.

Hace unos años volvieron para presentarse en un concierto, y yo no pude reprimir mi emoción de volver a cantar “La esquina es la misma”. Allí estuve, siguiendo la canción, línea a línea, y observando a Edwin que sentado sobre el escenario, asumía el abatimiento, en una caracterización de la depresión y el sinsentido de su tema. Inolvidable.

Pero Edwin no sólo estuvo ligado a la música con su banda, era cronista de Rock. Recuerdo con mucho cariño su crónica sobre el Reggae en el primer número de la Revista Esquina. O Su columna en el fenecido diario Página Libre. Allí pude conocer a grupos que ahora son fundamentales para mí. Pude ampliar mis gustos, que en esos años se limitaban al Punk y al Hardcore más recalcitrante.

Dicen que después de Leuzemia, el grupo a grabar un Lp era Zcuela. Por motivos que hasta ahora pocos conocen, no lo hicieron. Muchos se preguntan qué hubiera sido del Rock Subte si ellos, junto a Narcosis, hubieran concretado su disco. También se dice que la canción Lola de Miki Gonzáles, era una copia de uno de los temas de Zcuela Crrada que estaban grabando en el estudio del afrorokero, para el long play que nunca salió a la luz.

Todo esto ya es parte de la leyenda y confirma el gran talento que él y su gente tenían. Si bien no lo conocí personalmente, he sentido su deceso como si se tratara de un amigo.

Para ti Edwin Zcuela, va mi recuerdo más grato. Deseo confesarte que tus canciones me enseñaron a ser un mejor ser humano. En ese sentido la Zcuela nunca va estar Crrada.