domingo, 30 de septiembre de 2007

POR LAS CALLES DE LA NOSTALGIA

El viernes 28 de septiembre asistí al bar Yakana, invitado por el combativo poeta Ricardo Vega, más conocido en las sucias calles como Richi Lakra, a la presentación del último número de su fanzine Poetas del Asfalto. Para variar, dedicado a la memoria del viejo indecente Charles Bukowski.

Grata fue mi sorpresa de encontrar a viejos camaradas de las rutas subteochenteras como el Chobi, Memo Eskoria, el Soldado Raso, el chato Victor de la banda PTK, y el mismo Richi Lakra. Nombres que para los que la vivimos –no para tanto aparecido que abunda hoy– son sinónimos de consecuencia. Se sumaban también, nuevos muchachos que siguen por esta senda de la expresión sin concesiones: Pilco, el Primo Mujica, entre otros.

Hubo de todo. Poesía, música, video, narrativa, chelas y un botellón de yonke caleta. Para las gargantas maceradas estaba demasiado suave, en comparación al viejo trago Antitodo.

La noche estuvo plena de sorpresas, obviando solamente dos cosas: El manifiesto en video ­del buen poeta Rodolfo Ybarra, donde al final se autoproclama “Brazo armado de la poesía” (!?) –Por allí escuché que no se atrevió a decirlo en persona por temor a posibles escupitajos o botellas dirigidas contra su cabeza– y la mención sin pena ni gloria de una novela que habla de apagones y coches bomba.

Interesante el video sobre Bukowski. Entrevistas, imágenes, fotos, canciones... y la declaración de cómo su padre lo azotaba desde los cinco años; y, como, en cada una de ellas, iba dejando de gritar de dolor. Hasta que un día dejó de hacerlo por completo. El padre se asustó tanto que fue la última vez que lo azotaría. El viejo indecente diría a continuación que su progenitor fue el que realmente le había enseñado a escribir.

Lo más destacable fue el video realizado por el Chobi, donde rescata los espacios por donde pulularon los subtes en esos violentos años:

-Las escaleras de la universidad Villarreal (donde estaba el puesto de fanzines y maquetas La Nave de los Prófugos)

-La esquina de la iglesia de esa misma universidad (La esquina Heavy, donde también tendría su puesto de música punk el chato Victor)

-El jirón Moquegua (En uno sus locales se realizó uno de los primeros concierto con bandas metal y punk)
-El jirón Malambito (En su local debutaron bandas como Nada Tuyo, Dictadura de Conciencia, entre otras)

-La peña Huascarán (en el jirón Camaná frente al bar Queirolo, donde se realizaron conciertos que muchos acabaron en batida, y otros memorables como el LIMA SE MUERE)

-La plaza Francia (Donde el trago Antitodo, preparado por el ya finado tío cañandonga del jirón Ilo, nos iluminaba las palabras y las ideas, durante las horas precedentes a los muchos amaneceres que nos tocó ver, desde esas viejas bancas y marchitos jardines)

-Las calles de Barrios Altos (La plaza Italia, el Buque del jirón Junín, Cinco Esquinas, barrio de los Bandera Negra, mancha de gente subtecallejera)

-La avenida Wilson y el jirón Chincha (Donde estaba la Discoteca NO HELDEN)

-Los bloques de la Unidad Vecinal de Matute y el Estadio de Alianza Lima (Equipo de la mayoría de subtes. A pocos días de la tragedia del Fokker, Mario Tifoidea, el primer y mejor bajista de la banda Eutanasia –posteriormente miembro de la banda de culto Silvania– tocaría en un concierto con la camiseta blanquiazul puesta)

-El cerro El Pino. (Barrio del Richi Lakra y sus compinches de eructos y versos, como el poeta Ángel de Mierda)

-Finalmente el Hueko de Santa Beatriz (Ubicado en la calle Carlos Arrieta, en la misma acera de la Iglesia, fue lugar de encuentro y desencuentro donde se realizaron conversatorios, chupetas, enfrentamientos y, principalmente, conciertos. Hoy es una escuela para niños de educación inicial)

Precisamente de este sitio el video rescata una tocada del año1988. Entre el pogo pude ver rostros desaparecidos hace años, Tombo Loco, el Chino Laberinto, el Yopi. También pude verme entre los empujones, más flaco y con diecinueve años menos.

Las imágenes de los que concurrían no sólo a los conciertos sino a lo que sea, como el Kike Excomulgado, cantante de Eutanasia, que al final despide el video brindando de una lata de Ácido Muriático, más las canciones de dicha banda, me llevaron a esos tiempos. ¿Dónde está el presidente?, Ratas Callejeras, Sentimiento de Agitación y Tratas de buscar algo. Himnos que se volvieron vereda cuando las cantábamos en ese eterno recorrer de calles y fachadas, esas mismas que el video mostraba en el ahora de estos años.

Y con la resaca de recordar todo lo vivido, la imagen de nuestro amigo Edgard Barraza, más conocido, por muchos y pocos, como Killowatt. La puerta de su casa en el Rímac desde donde saldría con su eterna casaca de cuero negra para inundar con su energía a todos lo que alguna vez lo tratamos. Sus canciones grabadas ya casi al final de su vida, tienen esa carga de nostalgia que a muchos de los presentes nos empujaba a derramar una lágrima. Yony Huancayo, su versión libre del Jhonny be good de Chuck Berry, nos hacía recordar que no estábamos para lagrimitas sino para seguir jodiendo todo y a todos. Su versión de Astalculo de Leuzemia, junto a las imágenes de esa Lima que se fue y que ya no volverá, se percibía más sentida, más profunda. Por último, la versión de El Plebeyo de Felipe Pinglo Alva en su versión de rocanrol, nos recordaba lo bella que es esa canción, en cualquier ritmo, muy a pesar de los puristas de la música popular en el Perú.

Al final de ese día, en mi cuarto, observaba mi casaca de cuero, que me había acompañado por muchos años. En la radio sonaba un viejo cassete de Decibelios: Boina, vieja compañera... Presentaba heridas, cortes y quiñes, resultado de tantas idas y venidas. Toqué el cuero que se había curtido y endurecido en tantas calles, amaneceres, conciertos. Estaba dura como el espíritu de los que crecimos en esos años violentos. Al ponérmela me quedó con las justas, como que fue hecha a mi medida, exacta para mí y nadie más.

Al igual que yo y muchos que fuimos hechos a la medida de esos tiempos que nos tocó vivir.