martes, 27 de septiembre de 2011

LA CAMISETA ENSANGRENTADA. Sobre la muerte de Walter Oyarce, hincha aliancista.

Ahora que han pasado unos días de la muerte de Walter Oyarce, y que la pena de su familia no ha pasado, hacen su aparición los figurettis e ineptos de siempre. brindando las mismas recomendaciones que dieron cuando murió el niño con la bengala en el estadio Nacional, cuando sucedió lo de la contadora María Vargas, y ahora con lo de Walter ¿Y cuáles son estas rimbombantes recomendaciones?: Leyes más fuertes, empadronamiento, cierre de las tribunas populares, e incluso la suspensión del campeonato… Es decir, todo lo que la gente quiere escuchar.

Para mí, esto es muy lamentable, ya que el muchacho es amigo de amigos muy cercanos. Aparte, por la forma como ha fallecido, pues creo que el fútbol no debería ser motivo de encontrar la muerte, sino lo sentimientos que nos pueden dar un triunfo o una derrota.

Es lamentable todo lo que la violencia en el fútbol ha causado, más allá de la camiseta de las víctimas. Pero creo que esta vez, no solo es una tragedia producto de este fenómeno, sino de la informalidad como se manejan los espectáculos masivos en el país, pues se supone que Walter estaba en el lugar más seguro del estadio.

Es una suma de todo esto. Porque las autoridades no tienen los dos dedos de frente para enfrentar este problema, porque no son capaces de entender que son aplicaciones de medidas simples lo que evitarían estos hechos. Creen que empadronando, quitando las correas, los cigarrillos y los piercings en las tribunas populares, ya previenen. Cuando la cosa pasa por estar en los puntos indicados, antes, durante y muchos minutos después del partido; sobre todo en clásicos.

La producción de un programa nocturno se comunicó conmigo para que hable sobre este tema, a raíz de lo del Monumental y por mi libro de relatos Este amor no es para cobardes, que toca el tema. Pero me negué porque hace años que he venido hablando sobre este tema en medios, dando las explicaciones y soluciones que desde adentro de una barra, hemos podido diseñar. Hasta llegamos a hablar al Congreso de la República, donde alguna vez fuimos invitados con la gente que manejaba la barra en esa época. Incluso estuvieron las cúpulas de las barras de Universitario, Cristal y Boys. Pero siento que por las puras fue, cada vez que suceden estos hechos trágicos.

Fuimos llanos a apoyar y tratar de evitar más muertes en los partidos, cosa que se evito por mucho tiempo. ¿Y de qué forma se dio esto? Primero porque la policía, o mejor dicho un grupo de generales y oficiales tuvieron la suficiente capacidad de entender el problema, pero no por su lado, sino por el nuestro. Y en vez de decirnos lo que teníamos que hacer, ellos nos dijeron BUENO HEMOS VENIDO A ESCUCHARLOS, A QUE NOS DIGAN CÓMO PODEMOS PARAR TODO ESTO... ¡¡¡QUEREMOS ESCUCHARLOS!!! Eso fue en el 2001, con el general Mori, jefe de la 7a región policial de ese entonces, el general Pérez Rocha, el coronel Muguruza, y el comandante Santiago Vizcarra, el oficial que más conocía sobre este tema.

En esas reuniones los policías recién se dieron cuenta de cómo pensaba un barrista, porque para ellos éramos simples pandilleros. Y, sobre todo, que la solución era muy sencilla, que pasaba por evitar el contacto entre las dos hinchadas, no solo en los estadios; sino, principalmente, en las calles de los conos de la ciudad, donde suceden la mayoría de muertes.

Este trabajo, necesario en ese tiempo, nos trajo, el cuestionamiento de la misma gente del Comando por reunirnos con policías y con las demás barras, sobre todo con los de Norte. Y creo que a ellos les sucedió igual. No nos importó, la verdad, porque se evitaron los enfrentamientos y con eso las muertes por mucho tiempo.

Antes de cada clásico se coordinaba para llevar la fiesta en paz. Se marcaban las rutas y horarios de salida. En toda la ciudad. Lo único que pedíamos era que nos dejaran hacer la fiesta y el colorido en las tribunas. Salvo los enfrentamientos entre la misma barra, no pasó nada en los estadios, entre hinchadas rivales, por mucho tiempo.

Hasta que llegó el año 2007 cuando los de Norte se van contra la barra del Boys en el Monumental. ¿Qué había pasado? Pues llegaron nuevas autoridades que en vez de continuar con el trabajo, cambiaron todo a su criterio de por sí errado. Ya no estoy dentro de la organización de la barra, pero me contaron que cuando asumió la jefatura de la Policía Nacional, un general que ahora está en el congreso, éste llegó con la política de Mano Dura. ¿Y cuáles fueron sus medidas?. Empadronamiento y requisa en las tribunas populares de objetos que para él son un peligro para la vida: Correas, cigarrillos, piercings, aretes, ganchos para el cabello, peines… pueden reírse, amables lectores.

Ganchos de pelo requisados

Las correas en el piso

Bueno el día de ayer, lunes, en una entrevista radial con Mónica Delta una mujer llamó y le dijo algo que explica muy bien el porqué de esta increíble medida. “Señor, usted es un guardia republicano, y como guardia republicano ha sido instruido para cuidar cárceles y fronteras, nada más, no sé cómo llegó a jefe de la policía, porque ese trabajo le compete a los que son de la Guardia Civil”. Más allá del inaceptable prejuicio, el trabajo de este general con respecto a los estadios fue eso mismo. Porque ese tratamiento al hincha que va a las populares, de requisarle hasta los cigarrillos, es el del ingreso a un penal. En sus limitaciones ese general cree que los estadios son igual que cárceles.

Paradójicamente movilizan un buen número de efectivos por partido, pero los robos se siguen dando en las tribunas.

El empadronamiento es un engañamuchachos desde que lo idearon, primero porque muchos de los que se han empadronado no son barristas, y porque los que cometen actos de violencia no necesariamente están dentro de una lista. ¿Acaso necesitaron del empadronamiento para identificar a los que atacaron el palco 128 del Monumental? Vamos a ver si alguno de ellos, está empadronado…

Ahora, esta tragedia ha sucedido dentro de un estadio. Y era algo que se veía venir. Primero está el antecedente de la masacre a la barra del Boys en el 2007. Segundo, la chica que le cayó una tarola en un partido de… la Selección!!!!. Tercero, la bronca el año pasado en los techos de los palcos sur del Monumental, entre aliancistas y cremas. Y cuarto, y esto es lo más grave, porque fue horas antes en el mismo día de la muerte de Walter, cuando hacía su ingreso la barra de Alianza, los mismos que atacarían el palco 128 avientan pintura crema desde la parte de los techos (donde había sido la pelea en el ultimo clásico)... ¿dónde carajo estaba la policía? Dijeron que iban a desplazar cuatro mil efectivos, para evitar muertes como las de María Vargas… ¿pero en dónde los colocaron? ¿O No tuvieron los dos dedos de frente para prever que ahí podría pasar algo? Más con ese aviso de hinchas cremas aventando pintura, en un sitio donde no deberían estar… ¿y si aventaban objetos contundentes como sucedió en la Bombonera de Boca, cuando hinchas de Racing aventaron un paravalanchas matando a un hincha xeneize?

¿Dónde se supone que esta la seguridad garantizada con los cuatro mil efectivos?... Alguien dijo que la policía hizo un buen despliegue por las calles, y en las tribunas, de las barras de Alianza y Universitario, que han aprendido a controlarlas. Estamos de acuerdo en eso, pero tuvo que morir gente para que aprendieran. Lamentablemente en el Perú se aprende sobre la sangre derramada. Y no solo en el fútbol, sino también en todos los ámbitos. Esperan que muera alguien para que recién busquen una solución. A pesar de que en este caso, las señales, los indicios, estaban ahí.

Porque si se hubieran puesto a analizar la cancha y localizar los puntos de posible violencia, hubieran sabido distribuir a sus efectivos con anticipación. Está por demás demostrado que la violencia no solo es ejercida por los chibolos pandilleros, sin educación y desnutridos; que con las justas han acabado la primaria como se cree que son todos los barristas. Pues este hecho desvirtúa todos esos análisis, porque los protagonistas son, en su mayoría, personas pudientes con estudios superiores y alto nivel de vida. Entonces la violencia es inherente a todos sin excepción. Pobres y ricos, educados o no, todos somos violentos en algún momento. Entonces, si tenemos dos perros rabiosos que se pelean entre ellos y perjudican a los vecinos. ¿Qué hacemos? Simple, no dejamos que se junten y vigilamos bien que los posibles lugares en donde puedan encontrarse tengan la seguridad debida. Y el Monumental tiene todos esos accesos identificados, ¿o me equivoco?

Dejen de hablar cada estupidez pidiendo leyes más fuertes, porque ya las hay; o que suspendan el fútbol; o que cada hincha tenga un carnet para que pueda entrar al estadio; o que se juegue sin público. La cosa es simple: Primero, que las autoridades asuman su labor y no se echen grasa para que les resbalen los problemas. Y, segundo, que junten a las barras como en el 2001, para que colaboren indicando los puntos donde se juntan los grupos; por donde caminan, en qué otro punto se juntan con los demás, y cuáles son las calles por donde irán al estadio. Todos resguardados por los efectivos suficientes, no como pasó en el primer partido en el Monumental donde para tres mil hinchas caminando pusieron veinte efectivos. Entonces vino el desborde.

Y no solo para las afueras del estadio, sino también para el interior de las tribunas, que indiquen los lugares donde hay robos. Por dónde se pueden infiltrar hinchas rivales para causar problemas. Si esto hubiera sido hecho con anticipación, no estaríamos lamentando la muerte de Walter Oyarce.

Nadie va a cambiar la naturaleza violenta de esta sociedad enferma que tenemos, y si se logra tendrán que pasar muchos años. Mientras tanto la única solución es la que dimos las mismas barras a los oficiales de la 7ma Región Policial el año 2001. Y si a estas se agregan otras soluciones, pues mucho mejor.

Yo me hice la promesa de no aprovechar hechos como este para hablar sobre mi libro que toca este tema de la violencia. Porque no deseaba aparecer junto a los figurettis de siempre que van a hablar cada tontería fuera de lugar. Lo que hago es ir a los colegios, donde me invitan, porque lo leen en el plan lector, para hablarles a los alumnos de los que es una barra, y las consecuencias que hay si asumen el lado violento de ser barrista.

Seguro algunos me refutarán diciendo, de qué te quejas ahora si tú también has participado de hechos violentos. Desde ahora les respondo como respondo a los escolares, que me hacen esa pregunta: Sí, es verdad, yo he guerreado contra quinientos de Norte dispuestos a agredirme, y yo he estado con una cantidad igual de gente de sur, para pararles el pleito. Pero que es algo que no me enorgullece ni tampoco me avergüenza, porque se dieron en circunstancias especiales. Y porque las veces que me he enfrentado a ellos, fue contra los de Norte, que sabían, al igual que yo, en qué estábamos metidos, no contra simples hinchas.

Para finalizar. En el cuento La camiseta ensangrentada de mi libro Este amor no es amor para cobardes, un barrista de Alianza muere en un enfrentamiento con barristas de Universitario. El tema del relato es la venganza. A veces creo que la realidad supera a la ficción, porque en las imágenes que se me presentaban cuando escribía dicho cuento, vislumbraba al personaje con la camiseta ensangrentada, esa camiseta que se había negado a entregar a los rivales que se la querían llevar como un trofeo de guerra.

Las fotos e imágenes de Walter tirado en el piso del Monumental, me causaron escalofríos porque eran las mismas que había visto en mi imaginación. Y a pesar de que una vida no vale una camiseta, quiero destacar que Walter se nos fue, con esa camiseta que se puso con orgullo en la mañana, y que se llevaría bien puesta, para siempre, hasta la eternidad.

Fotos del estadio: MRR.

sábado, 10 de septiembre de 2011

SUBTES Y EMOS: Tan cercanos y tan distantes.

El último número de la revista ESQUINA, ha publicado el siguiente artículo. Espero les guste.

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SUBTES Y EMOS: Tan cercanos y tan distantes.

Por Martín Roldán Ruiz

Unos alborotaron las conciencias de la sociedad peruana, con sus guitarras afiladas y su vociferante oposición al sistema. Los otros están dando que hablar por su actitud escapista y su peculiar estética. Los subtes y los emos comparten una misma raíz y muchas ramas que los bifurcan.

Una pareja de adolescentes llega a un puesto de golosinas por un cigarrillo, ambos tienen los cabellos lacios con aplicaciones de color rojo, ojos delineados, ropa negra con fucsia, correas con brebiches, los jeans ceñidos no ayudan a diferenciar quién es el varón y quién es la mujer. Compran y se alejan. La hija de la vendedora pregunta, estupefacta, ¿qué son esos? La señora, recordando pasadas épocas, responde: Son un par de jipis.

Cada época produce manifestaciones juveniles que son la característica de su tiempo. Lo que fue ayer, no es lo mismo de lo que es hoy. Y en nuestro país, se tiende a confundir todo, la mayor de las veces por falta de información. Si la señora hubiera sido un poco más contemporánea no hubiera confundido a esa pareja de emos, con sesenteros jipilones, sino con los subtes ochenteros.

Una misma raíz, diferentes florecimientos.

Si bien emos y subtes derivan del Punk, existen diferencias notables. El Emo fue una evolución de la escena Hardcore punk de Washington, en los ochenta, donde la banda Minor Threat era la abanderada. A diferencia de las escenas de Nueva York (Agnostic Front, Nausea) o de San Francisco (Dead Kennedys), la de Washington, no era tan política. Se caracterizaba por ese sentimiento adolescente que la hacía peculiar. A esas bandas se las consideraba Positive Punk, por el mensaje positivo de sus letras, donde consignaban sus vivencias diarias y juveniles. En las otras escenas primaba el compromiso político, las drogas o la autodestrucción.

El primer derivado de esta actitud positiva es el Straight Edge (Movimiento dentro del Hardcore donde los mandamientos son: No drogas, no alcohol y no al sexismo. Además sus seguidores se reclamaban vegetarianos) De ellos derivó también el Skate core (Música para skaters)

En el Perú fueron la principal influencia para bandas como G–3, Futuro Incierto, Decisión Final.

Cuando Minor Threat se disuelve, Ian Mckaye, cantante y líder, funda el grupo Fugazi, uno de los pilares del sonido Emotional Hardcore. Se le une Guy Piccioto de la banda Rites of Springs, ambos consolidarían dicho sonido y propuesta temática. Pero hay un antecedente, el Ep de Minor Threat, titulado Salad Days, donde los ritmos no son acelerados, pero no dejan de tener fuerza en las cuerdas y voz. Aparte que lo emocional, la interioridad estaba presente en las letras.

Esto sería el inicio del Emo y del nombre con que se les conoce. Simplemente un apocope de Emotional Hardcore, el tipo de música de la cual nació. No, como muchos confunden, por la traducción de la misma: Emociones fuertes... ¿Pero cómo llega al Perú?

Tal como es arriba es abajo... aunque no siempre es así.

Todos los movimientos juveniles se han forjado en las grandes ciudades industriales del primer mundo. El movimiento Hippie, el Punk. Cada uno con las peculiaridades de su espacio y tiempo determinan el carácter de las individualidades que la conforman. De allí bajan a las ciudades de la periferia mundial. Algunos teóricos afirman que es una manera de control y otros una forma de alienación para mantener a los jóvenes adormecidos, ante posibles reivindicaciones o rebeldías que afecten directamente el Stablishment (léase movimientos revolucionarios)

Sí bien el Emo surgió de manera underground y se mantuvo así hasta fines de los noventa, cuando el mainstream vio en bandas menos viscerales y más propensas a la masificación, un negocio más. Su vía de acceso a las masas de jóvenes del tercer mundo, como nuestro país, fueron las cadenas musicales tipo MTV. La cultura del cable y el Internet trajo hasta estas tierras lo más comercial del sonido Emo y, sobre todo, su estética. Esto captó la atención de los adolescentes en búsqueda de algo distinto al punk, metal, gótico, o a lo que las radios comerciales ofrecen: Reggaeton, technocumbia. Aunque en el fondo se parezca a estas últimas, por ser simplemente un producto, no una expresión.

Lo subte o el movimiento del Rock subterráneo, obedece a características muy particulares del tiempo y el espacio en que surgió. La principal influencia fue el punk, pero no fue por imitar un movimiento surgido en una metrópoli del primer mundo, lo que le dio su empuje. Dos fueron los factores: Lo musical y el contexto social.

La escena musical de Lima de principios de los ochenta estaba dominada por bandas que se limitaban a hacer covers de grupos que ciertas radios difundían y que algunas disqueras nacionales editaban: Deep Purple, Led Zepellin, Golden Earing, Slade. Ninguna hacía temas propios. Si por allí alguna se animaba, no lo hacia en castellano, o en todo caso hablaban de avenidas que para el grueso de jóvenes, era el símbolo de la pituquería, nada cercano a lo que se vivía en las calles. Daniel F, en su libro Los sumergidos pasos del amor, cuenta que iba a los conciertos para reclamar a las bandas que tocaran temas propios y en castellano; y no estar escuchando la onomatopeya del ingles cuando el cantante olvidaba la letra de, por ejemplo, Love Hurts de Nazareth.

A este anhelo por encontrar formas de expresión dentro del rock, en la cual escuchar temas en su idioma, como una forma de identidad, se sumaba un contexto de revuelta social y crisis económica, que para mediados de la década era ya insostenible. No había cable, no existía Internet, las radios no difundían rock, salvo Doble 9 y programas aislados. ¿Qué les quedaba a estos jóvenes? Influenciados por el Hazlo por ti mismo, del Punk, los primeros grupos, que después serían conocidos como subtes, no esperaron más y se lanzaron con lo básico (bajo, guitarra y batería) a crear sus propias bandas. Pero no fue suficiente.

No había espacios donde tocar ni por donde ser difundidos. Los grupos que se hacían llamar Rock Nacional, cuidaban su circuito oficial. Entonces llegó la autogestión de conciertos, la grabación de maquetas–demo, la edición de fanzines y revistas, la generación de un espacio paralelo o alternativo a lo oficial, con el agregado de que expresaban los anhelos y frustraciones de una generación inmersa en la incertidumbre de una guerra interna y crisis económica. Lo demás es historia conocida.

¿Actitud o moda?

“Si eres joven y rebelde, Coca Cola te comprende”.

La Polla Records

Para marcar distancia entre emos y subtes, hay que reconocer el contexto en que surgieron en el país. El primero es propio de una estrategia comercial de la cultura MTV, que tiene acogida en adolescentes agobiados por la falta de afectos familiares o amicales, y se encierran en un mundo interior. Una manera de ser diferentes sin llegar a ser peligrosos. Por eso, muchos emos declaran no estar en contra de nada, solamente contra ellos mismos.

Ahora bien, lo subte es todo lo contrario, influenciados por el Punk, crearon espacios de expresión a partir del Rock. Nadie les dio nada, forjaron su propio movimiento, crearon sus medios de difusión y sus propias grabaciones. Querían escuchar lo que sentían y como nadie se lo ofrecía, ellos mismos tuvieron que hacerse escuchar. No repitieron lo que sucedió en Londres del 77, crearon la forma de expresión más honesta y radical en la historia de los movimientos juveniles del Perú.

Esa es la simple diferencia. Ninguno es mejor que el otro. Solamente son cosas distintas. El reto está en que los partícipes del Emo hagan de su movimiento una vía de expresión más allá de lo comercial, algo que trascienda en el tiempo. Al igual que el Grunge o rock alternativo de los noventa, que tuvieron su época e importancia en la lucha por la vuelta a la democracia, contra la dictadura de Fujimori. Por eso cabe la pregunta ¿Pasara el Emo como una moda más o forjarán algo nuevo que llegue a mover conciencias y sean la marca de estos años que les ha tocado vivir? Ellos mismos, y el tiempo, lo dirán.


Jóvenes de ambos sexos, adoptan el Emo, como forma de pertenecer a algo, donde se sienten más auténticos. Chicas Emo, en concierto de Los Olivos, 2009.

Los Emos recogen la estética de otras tribunas urbanas y la combinan en el peinado, las correas con brebiches, los ojos delineados con rímel y los colorines. Emos en concierto de Los Olivos 2009.

Subtes en la esquina del jirón Chincha con Wilson, donde se encontraba la discoteca No Helden. Están Nico, Pepe y Kike Eutanasia, Saúl Omiso, Richi Lakra, Pedro Psicosis, Javier Zapata (hoy fotógrafo de Caretas), el chino Daniel de Autonomía y Berrocal de la revista Sotano Beat, entre otros.

Subtes en la carpa teatro del puente Santa Rosa. Pelo Madueño, es el que tiene el cigarro en la boca.

Subterráneos en la legendaria Peña Huascaran del jirón Camaná, en el concierto Lima se Muere de 1989. Están Yucatán, Chovi, Kike eutanasia, Chikidracula, el Dr. Fosforo y el Tombo Loco.

Miradas radicales y antisistema, en concierto del mítico lugar llamado El Hueko, del distrito de Santa Beatriz en 1989.

Pogo en la sala del Hueko con Eutanasia. Muchos se romperían más de un hueso en esos pogos que realmente eran brutales.

Fotos: Martín Roldán Ruiz y archivo de Roc Mañon y Andrés Barba.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

PEQUEÑOS CUENTA CUENTOS: La exposición.

El viernes 02 de este mes se presentó la exposición de los trabajos realizados por los niños en el taller Pequeños Cuenta Cuentos de Pachacutec. Vanessa Bósquez, Yuri García, Cristina Benito, Vladimir Castro y yo, y con el apoyo de Paula, Jimena, la hermana Cristina, y la parroquia Virgen de Fátima de ciudad Pachacutec, se pudo lograr este trabajo. Si desean ver el trabajo completo o mayor información entren a la web del proyecto http://wawapak.escuelab.org/

La exposición va hasta el 9 de setiembre en la Casona de la Universidad de San Marcos en el parque Universitario.