jueves, 28 de julio de 2011

KONTRAKULTUROSOS: La movida subterránea y la contracultura en los años ochenta.

Afiche de concierto hardcore con Kaos, G-3 y la banda metalera Sepulcro realizado por el taller NN (Archivo de Alfredo Márquez)

El viernes 8 de julio brindé una charla en la Universidad de San Marcos, sobre la movida subterránea dentro del tema de la contracultura en los años 80. Lo que sigue a continuación es un resumen de lo que hablé y fotos de ese día. Agradezco a la profesora de Historia del Arte Mihaela Radulescu, y a su alumno Christian Bernuy, por haberme invitado a su clase y poder compartir con ellos.

KONTRAKULTUROSOS: La movida subterránea y la contracultura en los años ochenta.

Básicamente se entiende por contracultura a todo aquello que está contra lo establecido, el llamado Stablishment. Manifestándose, principalmente, en el aspecto artístico, y repercutiendo en el ámbito social y político, por ser el arte una superestructura de la sociedad, según explica el concepto marxista del materialismo histórico. Es decir si la contracultura se opone a la cultura imperante necesariamente tiene que cuestionar u oponerse a la sociedad y al aparato productivo que la forjaron.

De esta forma, y haciendo un recorrido por la historia del arte en el Perú, la contracultura no se manifiesta en las décadas del sesenta y setenta por diferentes motivos que trataremos de mencionar en esta charla. Ni siquiera hubo influencia directa, o muy poca, de los exponentes contraculturales de esos años como fue la generación beat y el hippismo. Es recién en los años ochenta cuando se hace presente a partir del movimiento subterráneo, fuertemente influenciado por el punk.

¿Pero por qué se da esta figura en nuestro país de manera tardía?

Para que un movimiento sea Kontrakulturoso, como diría Daniel F, debe tener ciertas características en el contexto social, político y económico para que surjan de manera espontánea manifestaciones artísticas que expresen el tiempo que les ha tocado vivir. Si bien han habido ciertas vanguardias artísticas a lo largo de la historia, no todas por tener espíritu de ruptura, se les puede llamar contracultura. Pero sí como una expresión de descontento.

Culminada la Segunda Guerra Mundial, la sociedad norteamericana se encaminó hacia lo que se denomina una sociedad tecnócrata, en donde una sociedad industrial “alcanza la cumbre de su integración organizativa”. Una sistematización de la sociedad en función del perfeccionamiento de los medios de producción. Es decir mantener el aparato productivo en perfecto funcionamiento. Y aquellos que no están dentro de lo tecnocrático, no están en función de progresar.

Esta sociedad posibilitó una mejora en la forma de vida de la sociedad norteamericana en aspectos de educación, salud, entretenimiento. Las clases que hasta hace poco no poseían nada, pudieron adquirir ciertas comodidades que se traducían en confort del estilo de vida americano. Aparatos electrodomésticos, automóviles o el teléfono, pasaron a ser signos de estatus entre los norteamericanos de los años cincuenta y sesenta.

A lo que apuntaba esto era al bienestar común de los ciudadanos de Estados Unidos. Pero no todos estaban contentos. Ciertas expresiones artísticas marcaban una clara insatisfacción con esta sociedad del bienestar. En la música estaban el blues y el jazz. En la poesía estaba la máxima expresión de que no todo era perfecto: La generación beat.

Para Theodore Roszak, que acuño el término contracultura en su libro El nacimiento de una contracultura, fueron los beats Allen Ginsberg, Jack Kerouac y William S. Burroughs, los que establecieron una identidad inconformista que influenció posteriormente en el movimiento hippie. Movimiento que es considerado una verdadera contracultura. ¿Por qué?

Pues tenían las características que la hacen considerar como tal: Objetivos en contra, ideas comunes, estética, música, símbolos, iconografía, temática común, que abarcaban expresiones artísticas como la música, la poesía, las artes plásticas. Y artistas que se identificaban como parte del movimiento.

¿Pero por qué los hippies rechazaron lo establecido y crearon espontáneamente una contracultura? Pues porque la sociedad norteamericana entró en un crisis moral frente a la tragedia de la guerra de Vietnam. Aparte las contradicciones del estilo de vida norteamericano que no resolvía los problemas de masas enteras de outsiders o marginales, más las reivindicaciones sociales como la lucha por los derechos de la mujer o los derechos civiles de los afroamericanos. Frente al conformismo burgués, los jóvenes norteamericanos propusieron un estilo de vida más libre, antes de convertirse en parte de la maquinaria tecnócrata. Rechazaron el confort burgués por una vida en que ellos tuvieran las riendas de su existencia.

Esto generó expresiones artísticas de acuerdo al sentir de estos jóvenes contestatarios e iconoclastas opuestas o alternas al arte establecido con las características que el movimiento proponía. La poesía, la música rock, las artes plásticas, etcétera. Los mismos artistas si no se reivindicaban hippies, afirmaban estar en la onda.

Entonces podemos afirmar que la contracultura se desarrolla espontáneamente en tiempos convulsionados. Y un claro ejemplo es otro fenómeno del primer mundo que es muy importante para entender la contracultura en el Perú de los años ochenta, porque influenció directamente en ella. Hablamos del movimiento punk.

Contra lo que nuestro chauvinismo puede afirmar, Los Saicos, no inventaron el punk, simplemente su música cruda y visceral fueron el antecedente al sonido que los punks usarían en sus canciones. Porque el punk es todo un movimiento contracultural en donde la música es parte de un todo, como lo hemos visto con el hippismo.

Lo mismo podemos afirmar del llamado punk neoyorquino. Aunque años antes, bandas como Velvet Underground, Iggy Pop and The Stooges o MC 5, ya habían explorado el minimalismo musical, las bandas setenteras como Patty Smith, Televisión o Ramones usaron ese minimalismo, generando propuestas novedosas, pero no generaron un movimiento contracultural. Porque la música no lo es todo para que lo sea. Eso sí, influenciaron directamente en la juventud londinense que estaba en búsqueda de algo nuevo musicalmente y que expresara el sentir de ser jóvenes en la Inglaterra de los setenta y Margaret Thatcher.

La diferencia entre el punk de NY y el de Inglaterra está en que el primero no pasaba de ser un punk artie, hecho por intelectuales, con la excepción de Ramones. En cambio el punk londinense se forjó en las calles. Uno de los miembros de la banda de Pathy Smith cuenta que Chrissie Hynde de The Pretenders los invitó a ver una banda llamada Sex Pistols, en el 100 Club, un antro donde tocaban las primeras bandas punk como Eddie and the Hot Rods y The Damned. Ese mismo día habían tenido una presentación en la TV londinense. Al subir los Pistols al escenario, Jhonny Rotten dijo: “Hoy he visto en la televisión a una banda de Hippies que tocan la pandereta, mientras cantan horses, horses, horses… todo eso es una reverenda mierda”.

¿Cuál era el agregado que faltaba? Unas eran bandas de música; las otras, expresión de su tiempo. Para mediados de los setenta, Inglaterra, había entrado en una crisis industrial donde las posibilidades de futuro de los jóvenes de clase obrera se veían limitadas. Los ajustes económicos aplicados por las políticas neoliberales de Margaret Thatcher, agudizaron la situación. Johnny Rotten decía: “El mejor puesto de trabajo que te ofrecían era el de cajero de banco, el sempiterno y maldito puesto de cajero de banco, y yo no quería un futuro contando, todos los días, el dinero de otra gente”.

Aparte que musicalmente el rock se había convertido en algo que no se identificaba con lo que pasaba en las calles. Dominaba el rock progresivo y la música disco. Ninguna de ellas expresaba el sentir de la juventud. Pink Floyd, Génesis o King Crimson, desvariaban en sus experimentos sinfónico – siderales, y la Disco Music celebraba una felicidad plástica de fin de semana. Entonces a estos jóvenes no les quedó otra que hacer su música expresando lo que les dictaba su espíritu rebelde. Usaron el minimalismo de los tres acordes con lo básico del rock: voz, guitarra, bajo y batería; y toda la rabia acumulada contra una sociedad y un sistema que no les ofrecía nada bueno. No es ajeno que una máxima del punk sea: “No esperes que otro lo haga por ti… ¡hazlo por ti mismo!”.

¿Qué sucedió entonces? Sin proponérselo, estos jóvenes de la clase obrera londinense cambiaron el panorama del rock y las artes del siglo XX porque forjaron un nuevo movimiento contracultural que removió los cimientos en que se asentaban. Refrescaron la música rock, la poesía, la moda, y las artes plásticas. Después del punk ya nada volvió a ser lo mismo. Entonces el movimiento tuvo las características básicas de lo contracultural: Objetivos en contra, ideas comunes, estética, música, símbolos, iconografía, temática común. Tanto así que lograron cambiar la forma de pensar de una generación a escala global.

Herbert Rodríguez, junto a las instalaciones con las que ambientaba los conciertos subtes de la carpa teatro del puente Santa Rosa. 1986.


Kontrakultura con K.

Contra lo que se cree la movida subterránea, o subte, no solo abarcaba el rock, pues llegaba a otras expresiones artísticas como la poesía o las artes plásticas. Por tal motivo y sumándole ciertas características de contexto, se puede afirmar que es un movimiento contracultural. Los factores sociales, artísticos y musicales que intervinieron en su surgimiento, son propios de la realidad inmediata de esos años. Como afirmamos, el factor fundamental para que surja una contracultura es que debía hacerlo en tiempos convulsionados.

Como apunta Carlos Torres Rotondo en su libro Demoler, el rock en el Perú data desde finales de los cincuenta y se consolidó con una movida muy fuerte en los años sesenta y la primera mitad de los setenta. A pesar de tener bandas viscerales como Los Saicos en un principio y Los York’s posteriormente, el rock peruano era parte del mainstream o del negocio del espectáculo. La sociedad limeña estaba en procesos de cambio, pero aún dentro de un clima de paz social, o mejor dicho de conformismo social. Esto no desmerece la calidad que desbordaban bandas como Los Belking’s, Los Shains, Los Dolton’s, Laghonia, Los Mad’s, Traffic Sound, El Álamo, Pax, Telegraph Avenue, Tarkus, etcétera.

La juventud no estaba al tanto de tomar una conciencia de lo que estaba sucediendo en el país. Salvo los jóvenes militantes de los partidos políticos. Y, sobre todo, en el ámbito de la poesía, siendo el mayor ejemplo el poeta Javier Heraud de manera individual y el movimiento Hora Zero de manera generacional. Estos últimos, al igual que los beats en los Estados Unidos de los años cincuenta, marcaron el descontento con la sociedad peruana de la década de los setenta. Principalmente contra la poesía en su manifiesto Palabras Urgentes de 1970: “Juicio lapidario contra toda la poesía anterior”.

Horazerianos como Oscar Málaga mantenían amistad con las bandas de rock de esos años. Incluso menciona a Los Saicos en su Poema para Jack Kerouack:

Sigo caminando y pienso escribir una canción

[ dedicada a ti

para que la canten Los Saicos y la baile la gente joven.

Pero no hubo esa comunión en actitud y expresión entre los músicos y los poetas, menos con los artistas plásticos, como para considerarlos un movimiento total, como sucedería años después con la movida subterránea. Es por eso que no se manifiesta la contracultura total en los sesentas y setentas, pero sí lo rebelde, lo inconformista y lo contestatario, sobre todo en la poesía.

Hasta 1975 el rock peruano fue muy activo después fue decayendo hasta casi desaparecer, salvo algunas bandas que se mantuvieron en la brecha. Muchos atribuyen este bajón a políticas represivas del gobierno del general Velasco, con el argumento simple de prohibir las matinales. Esto es un mito urbano. La prohibición de las matinales se dio, porque eran organizadas por padres de familia de colegios secundarios para recaudar fondos de promoción. Como esto se volvió un negocio muy aparte de la recaudación de fondos, el gobierno prohibió dichas actividades, si se usan en nombre de alguna promoción de colegio. Sin embargo las bandas continuaron tocando en cines, kermeses y fiestas. Pero, poco a poco, fueron dejando de hacerlo, simplemente porque desconocían un tipo de trabajo que sería rescatado por los subtes de los años ochenta: La autogestión.

Uno de los factores que posibilitaron el surgimiento del movimiento subterráneo fue este silencio del rock, porque propició que las pocas bandas que se mantuvieron, formaran una especie de argolla. Para finales de los setenta en que los futuros músicos subterráneos asistían a sus primeros conciertos, la movida rockera estaba dividida en dos. Una conformada por bandas como Nice, Mar di Grass, We All together, Frágil, etcétera que hacían covers y tocaban en auditorios de colegios particulares. Y la otra formada por bandas como Neurosis, La Crema, la Moles, Acido, Agresión SS, Kola Rock y Up Lapsus que tocaban en antros del centro de Lima, como el Cecil’s Bar, El Tommy club bar o La Caverna.

Según cuenta Daniel F en su libro Los sumergidos pasos del amor, el iba a las tocadas con Edwin Núñez de Zcuela Crrada, lo mismo hacían Edgard Barraza kilowat y Raúl Montañez, a reclamar a las bandas para que cantaran temas propios y en castellano, porque lo común era escuchar covers de Deep Purple, Slade, Kiss o Nazareth. Y lo que es peor que a veces el cantante olvidaba la letra y usaba la onomatopeya del ingles para seguir con la canción. Aparte que recorrían estilos roqueros desfasados. Las nuevas tendencias a partir del punk del 77 como el new wave, no existían. Definitivamente los jóvenes no se sentían identificados con esas bandas.

¿Qué había sucedido para que los jóvenes roqueros comiencen a cuestionar a las bandas en vez de divertirse como había sucedido en los sesenta y la primera mitad de los setenta? Definitivamente los jóvenes no eran los mismos, porque pensaban de otra forma. Como una hipótesis podemos decir que las reformas socialistas del general Velasco y la apertura a las ideas de izquierda de su régimen, tanto en las universidades como en los colegios, hicieron tomar conciencia a los jóvenes de lo que pasaba en el país. Posteriormente, cuando el general Morales Bermúdez desmanteló dichas reformas y la posterior lucha por la vuelta a la Democracia, hicieron que el debate político abarcara todos los ámbitos de la sociedad, incluido el ámbito familiar y barrial, propiciaron la toma de conciencia de una juventud hasta ese momento conformista.

Entonces la no identificación de jóvenes con las bandas que dominaban el circuito roquero, y la toma de conciencia de la realidad en la que estaban viviendo, hizo que buscaran formas de expresión dentro del rock. Y el ejemplo que tenían ahí nomas fue el punk. La misma precariedad de sus conocimientos musicales los empujó a asumir ese estilo. Y como no pertenecían al circuito de las bandas mencionadas anteriormente como Pax, Toilett Paper, La Pandilla, no esperaban ser llamados para tocar en sus conciertos. Entonces no les quedó otra cosa que la autogestión.

Es en esta etapa que llega la unión con el grupo poético Kloaka. El poeta Domingo de Ramos afirma en el excelente libro de Carlos Torres Rotondo y Jose Carlos Yrigoyen, titulado Poesía en rock: “En cuanto a nuestra apertura al rock teníamos un concepto claro de las diferentes manifestaciones artísticas y creíamos necesaria esa diversidad para poder conformar un frente generacional confrontador”. El recordado Edgard Barraza, más conocido como Kilowatt, cantante de la banda Kola Rock, sería el nexo entre los primeros Leuzemia y los poetas de Kloaka.

Acá hay una correspondencia entre poesía y rock, lo que no sucedió entre las bandas de rock y Hora Zero. Los subtes y los de Kloaka, proponían desenterrar la podredumbre de la sociedad que habían heredado y hacer arte con él. Unos con la música, los otros con las letras. Entonces decidieron hacer presentaciones conjuntas. Fue cuando aparecieron los artistas plásticos, Herbert Rodríguez y Los Bestias.

Los Bestias eran un grupo de estudiantes de Arquitectura que organizaban eventos donde proponían su estética, y en donde había poesía y rock. El artista Herbert Rodríguez dice lo siguiente en su artículo Transitando hacia lo nuevo en medio de la incertidumbre: “La ‘Movida Subterránea’, surge como inusitada, beligerante, nueva forma de expresión acompañando a un sector de jóvenes, que, además de recibir como herencia los fracasos de la generación del “paz y amor”, viven en una ciudad asediada por la informalidad y, desde el ámbito nacional, reciben el impacto de la “guerra sucia”. Los subtes se expresaron a través de una obra simple y directa, con un referente en el punk londinense y que recoge la prédica anarquista de Manuel González Prada –‘romper el pacto infame de hablar a media voz’–, para expresar un agudo sentido de responsabilidad ética. Esta movida reunió a músicos, pintores, arquitectos, poetas, filósofos, artistas visuales en un ‘enjambre de identidades diferenciadas que se encuentran, comunican y autoafirman en un espacio colectivo común’. Subtes y Bestias son creadores intuitivos –sin formación artística académica– que tuvieron un importante espacio de acción en la Carpa-Teatro del Puente Santa Rosa”.

Bien, entonces las bandas encuentran en los recitales de poesía joven, un circuito alternativo al rock imperante –posteriormente se llamarían rock nacional– al cual se fueron integrando otras expresiones artísticas. Como había una atmosfera habitual que afectaba las sensibilidades tuvieron un discurso y una estética común que, fuertemente influenciada por el punk, tendría en la realidad peruana de los años ochenta el abono para crear una contracultura underground o subterránea como así se hicieron llamar. El cual se movía por lo bajo hasta que llamaron la atención de los medios y llevaron su propuesta a las masas creándose la explosión de la movida subterránea. Eso llegaría en 1985 con el informe de Patzy Adolph a través de canal 9.

Para entonces se había formado un circuito alternativo de conciertos y distribución de maquetas o cintas demo, una prensa alternativa de fanzines (Macho Cabrío, Alternativa subterránea, Luz Negra, entre otras) y revistas más o menos formales como Ave Rock y, posteriormente, Esquina. Apareció una estética subterránea de pelos parados ropas negras y botas militares. También una iconografía que adornaba las paredes de Lima, donde el símbolo de la A de Anarquía era la principal. Los artistas plásticos de Los bestias y del taller N.N, definieron la estética de las publicaciones, los afiches y la ambientación de los conciertos. También aparecieron obras de arte dentro de esa estética. Los fotógrafos del Taller de fotografía Social TAFOS contribuyeron con sus imágenes de una Lima o un Perú marginal que se hacía más marginal y paupérrimo con la crisis económica del primer gobierno de Alan García. El teatro y el video tuvieron también ese tufillo subte.

Pues bien, sin proponérselo lo subte asumió lo contracultural. Las características básicas estaban presentes: Objetivos en contra: la sociedad peruana a la que denominaban una sociedad de Mierda, o las bandas de rock comercial. Ideas comunes: Lo contestatario. Estética: el minimalismo, el dadaísmo, el surrealismo y la estética del punk. Música: estilos dentro del rock a partir del punk, como el hardcore, la new wave, el dark, el techno, el pop y la fusión. Los símbolos e iconografía: punk y anarquista reflejada en dibujos y graffitis. Temática común: La denuncia, el inconformismo, lo existencial.

Bien, todo esto se forjó y continuó durante toda la década de los ochenta. Los subtes tuvieron una primera, segunda y hasta tercera hornada de bandas. Cada una con características propias. Los poetas publicaron y comenzaron a tener importancia dentro del circuito literario. Igual sucedería con los artistas plásticos. En suma, al igual que el punk, lo subte apertura la vanguardia en el país, porque se basaba en la imaginación de manera intuitiva como apunta Herbert Rodríguez.

De las canteras subtes o que hayan estado muy cercanos a ellas, salieron músicos que han ido copando los diferentes estilos musicales de los años posteriores hasta la actualidad, de manera notable: Daniel F, Raúl Montañez, Pelo Madueño, Wicho García, Rafo Raez, Mario y Coco Cielo de la banda Silvania, son un ejemplo. En el arte visual tenemos al mencionado Herbert Rodríguez, Alfredo Márquez, Tokeshi Yamada, Jaime Higa, Fernando Bryce, o el recientemente desaparecido Gabriel Darvazzi, exbaterista de QEPD Carreño. En la poesía están el mismo Domingo de Ramos, Roger Santivañez, Dalmacia Ruiz Rosas. En novela la presencia notable de Oscar Malca quien con Al final de la calle marca un hito dentro de la narrativa peruana. En la fotografía Javier Zapata o Daniel Pajuelo y la influencia de TAFOS. Pedro Cornejo Guinazzi, profesor de filosofía y crítico de rock por muchos años. O el analista de política internacional Farid Kajjat. También muchos periodistas, actores, etcétera han tenido que ver con el movimiento subte de una u otra forma, ya sea como músicos o como asistentes a los conciertos. Y forjaron su modo de ver la vida y el país a partir de las canciones que abrieron los oídos a muchos de nosotros.

En conclusión la importancia de la movida subterránea está en que propició el establecimiento de la vanguardia en todos los ámbitos de lo artístico. De manera espontanea conglomeró a las mentes más lucidas y creativas de esos años, quienes con el transcurrir del tiempo han ido demostrándolo con creces. Tanto así que transcurridas dos décadas se sigue hablando de ellos.










Fotos: Christian Bernuy.

jueves, 14 de julio de 2011

SKINHEADS. Botas y tirantes sobre las calles de Lima.

A fines de 1985 compré muy ilusionado el primer número de la revista Esquina, la que tenía a Bruce Springteen en la portada y el poster de Leuzemia. Con el tiempo pude ir coleccionando las siguientes Esquinas, sobre todo de los años 80. Ese primer número se perdió sin saber cómo. Pero quedaron como referente sus artículos, y las otras revistas, que me sirvieron para volver a esos años mientras escribía mi novela Generación cochebomba. Y hoy es referente para los investigadores que me piden recortes o artículos sobre la movida subte.

Bien, este año la revista ha vuelto a salir de la mano de su fundador Franklin Jáuregui, y de un equipo de gente al mando de Mario Vallejos y Juan José Sandoval, que están haciendo el esfuerzo de difundir el rock hecho en el Perú y todas las implicancias artísticas alrededor de ella.

Ellos, muy gentilmente, me pidieron colaborarles, y acá les presento un artículo y fotos sobre la movida Skinhead que han publicado en el número de este mes de julio. La revista Esquina se distribuye gratuitamente en los siguientes puntos… ¡¡¡apúrense que se acaba!!!

Esquina gratis en: Zeta Bookstore, Centro Cultural España, Centro Cultural Británico de Miraflores, Centro Cultural de la PUCP, Fundación Telefónica, ICPNA, Librería Contracultura, Casa de la Literatura Peruana, en el Bar La Noche de Barranco y en Búho Comunicaciones con oficinas en Alcanfores 492, Of. 412 Edificio Thumberbird. Los interesados en adquirir las revistas pueden llamar al 01 - 2018100

SKINHEADS. Botas y tirantes sobre las calles de Lima.


Fotos y texto: Martín Roldán Ruiz


Estigmatizados de racistas, los skinheads o cabezas rapadas, no tendrían razón de ser en un país mestizo como el Perú. Sin embargo, esa cultura urbana tiene seguidores locales que rescatan el espíritu que hizo surgir el movimiento, a fines de los años sesenta en Inglaterra.

Los primeros skinheads surgieron de las pandillas de rude boys que cultivaban el Ska y el Reggae. Al ser partidarios de músicos jamaiquinos como Desmond Dekker, Dandy Livingstone, Laurel Aitken, y de bandas de la Trojan Records, el racismo no estaba entre sus referentes. Sin embargo, el orgullo de pertenecer a la clase obrera y un fuerte patriotismo, facilitaron la manipulación de la ultraderecha, quienes les introdujeron ideas xenófobas. Entonces el movimiento se dividió, y los skins neonazis cobraron notoriedad mundial.

A pesar de eso, la mayoría mantiene sus raíces primigenias y no consideran a los racistas como parte de su cultura. Los denominan boneheads (cabezas huecas). Por eso el llamado Espíritu del 69 es el que más ha calado entre los jóvenes de todos los países, incluido el Perú.

Aunque son un grupo reducido, los skinheads peruanos tienen larga data. En los años ochenta la banda Kaos, y Silvio Espátula vocalista de Ataque Frontal, fueron los primeros en asumir la idiosincrasia y estética: Botas militares, tatuajes y tirantes. Igual sucedería con algunos seguidores del hardcore.

En los noventa unos skins organizarían La Hermandad de la Rosa. Colectivo donde editaron fanzines, difundieron su cultura y apoyaron las movilizaciones contra el fujimorato. También formaron la banda Oi! (punk rock callejero y acelerado) Kontratodo.

Actualmente Los Pelados, como así se denominan (en Brasil se llaman Carecas) siguen a bandas Oi! como BZ. En ella canta Alex un skinhead inglés que vive en Lima desde hace una década. También siguen a bandas Ska y Reggae como Vieja Skina, Fuerza Skalactica, y otras de muy buena calidad.

Aunque los skinheads tradicionales evitan mezclar la política con su cultura, la gran mayoría conserva el espíritu contestatario. Según una investigación de la antropóloga Gabriela Sialer, algunos skins peruanos establecen correspondencias en los siguientes aspectos del movimiento: El migrante (jamaiquinos – andinos), el étnico (negros – mestizos). Incluso la cultura andina es levantada como bandera. El Mendo, skinhead del distrito de Comas, es uno de sus propulsores.

Ser cabeza rapada implica una actitud y un estilo de vida. Cada uno tiene su versión, pero dejemos que Buster Bloodvessel, cantante de la banda, Bad Manners, nos oriente un poco: “El skinhead se lleva adentro… tienes que amar tus botas Doc Martens; amar la música Ska; tener la actitud correcta en la cabeza y el corazón; te tiene que gustar el fútbol; tienes que bailar más que otra subcultura; y, lo más importante, ser antirracista”.



















Fotos: Martín Roldán Ruiz

lunes, 11 de julio de 2011

EN CIUDAD PACHACUTEC - VENTANILLA

Gracias a la convocatoria que me hiciera Vanessa Bósquez, residente de ESCUELAB, desde hace unas semanas vengo colaborando en el proyecto de Radios Comunitarias, aplicando un taller de cuento para niños de la ciudadela Pachacútec, en Ventanilla.

El trabajo consiste en estimular su imaginación, para que nos cuenten de forma oral y escrita anécdotas de su día a día, en su familia y comunidad, con la finalidad de corregirlas y darles coherencia narrativa. Para después, grabar las historias y transmitirlas en los programas desarrollados en las radios comunitarias.

Hasta ahora el grupo que nos ha tocado ha sido muy colaborador y creativo: Marci, Jazmin, Miller, David, Junior, Robert e Isaac, niños de Pachacútec que acuden todos los sábados a la parroquia Virgen de Fátima, para colaborar con nosotros y nosotros con ellos.

El equipo está conformado por Vanessa Bósquez y Gonzalo Torres de Quito Ecuador, Paula Bustos de Santiago de Chile, Jimena Izquierdo de Lima Perú, y el apoyo de la hermana Cristina Gonzales también de Santiago de Chile. Un equipo al que llamo de Copa América, por las nacionalidades que la integran.

Acá les dejo algunas fotos tomadas por Gonzalo Torres, el niño Miller y por mi persona.



Paula, Jimena, una religiosa que vino del África, Vanessa y yo.



Isaac
Jazmín
Marci
Foto: Miller
Foto: Miller



Miller, en plena chamba de reportero gráfico.









Miller y Marci
Robert

Fotos: Martín Roldán Ruiz.











Fotos: Gonzalo Torres.