
Como dice la canción del grupo subte, Radicales: Ni bien nacido te bautizaran y a ser cristiano te condenaran, fui ungido católico por la mano de un sacerdote franciscano de la Iglesia de los Descalzos, en el rico Rímac, al año de nacido. No soy creyente lo recalco, pero guardo un profundo respeto por aquellos que sí profesan cualquier fe. Porque creo en lo innato que es al ser humano, esa espiritualidad, esa comunión, que se ve en alguna demostración religiosa, sea cual sea el credo.
Ayer, en su homilía, El cardenal Cipriani, dijo que el marxismo había fracasado como doctrina humana. Como nos tiene acostumbrado el cardenal, siempre le gusta meter su cuchara en cuestiones políticas, más si se trata de defenestrar con ideologías con las que no comulga el Opus Dei.
Por allí alguien dirá que tiene derecho como ser humano a opinar desde una posición política, todo bien hasta allí. Por allí alguien puede decir que es el representante de la iglesia en el Perú y su voz tiene valor, todo bien allí. Pero hay cosas que hacen tener dudas sobre la escrupulosidad del cardenal
La Comisión de la Verdad y Reconciliación, cuestiona mucho al cardenal Cipriani por su nula participación en la defensa de los Derechos Humanos, cuando se desempeñaba como obispo auxiliar en la ciudad de Ayacucho. Punto álgido de los delitos de lesa humanidad, tanto de las fuerzas armadas como de los grupos subversivos.
Cuando salió a luz el documento de la Comisión de la Verdad sobre este asunto, muchos salieron en defensa de Juan Luis Cipriani. Incluso el año pasado el periodista Federico Prieto Celli, escribió el libro El trigo y la cizaña. Radiografía de una conjura contra el cardenal Cipriani, donde se muestra crítico con la CVR en relación al cardenal.
O sea, el tio Cipriani obedecía una directiva de la Iglesia Católica. Por eso apeló a no ver, no oír, no hablar, sobre lo que pasaba en materia de Derechos Humanos, en la ciudad donde hacía labor pastoral. Mejor dicho, se le recomendaba a los pastores a no intervenir en política, y él fue muy obediente. Todo bien entonces….Pero, si ése es uno de los argumentos para justificar su silencio, en esos años, entonces por qué ahora mueve su lengua para hablar de política. ¿O es que la iglesia ya sacó otro documento donde sí justifica hablar, siempre y cuando sea contra las ideologías de izquierda?
Porque si el marxismo ha fracasado, el mundo cristiano, occidental, globalizado y liberal, está yendo por el mismo camino. Pero, nuestro cardenal, no dice nada: la pobreza, el desempleo, la crisis de los valores, de la familia, la delincuencia, son consecuencias de un sistema que no ve más allá del movimiento de la oferta y la demanda. ¿Qué queda entonces? El consuelo de Cipriani para todos los creyentes: La paz trascendental que nos dará el reino de Dios.
Los muertos, los torturados, los desaparecidos, estarán ahora agradeciéndole de estar disfrutando de la eternidad a la diestra de nuestro Señor Padre.
Curiosamente, esto fue dicho en la víspera del 28 aniversario de la muerte de otro

Si para el cardenal Juan Luis Cipriani, los Derechos Humanos son una reverenda cojudés, para Monseñor Romero sus homilías donde denunciaba las violaciones de los Derechos Humanos en El Salvador, le costaron la vida.
¿Esto también es una cojudés?