martes, 18 de noviembre de 2008

ACA ESTAMOS Y NO NOS VAMOS


Mientras iba por la avenida Venezuela en una combi rumbo al estadio, en cada paradero se podía ver grupos de camisetas blanquiazules, familias con niños aliancistas, y la sonrisa de un Sol dominguero con fútbol. Había alegría pero ¿A qué jugábamos? Porque parecía que íbamos a disputar una final. Por momentos recordé la tarde soleada de 1997 cuando dimos la vuelta después de dieciocho años, salvando las distancias claro está.

De tanto ver camisetas blanquiazules, el cobrador, un zambo chalaco con pinta de reggetonero, le dice al chofer:

–Tsss, bastantes cagones en la calle ¿No, primo?
–Sí, pe, como están pa’ bajar, van al estadio a apoyar a su equipo.
–Lo justo, pe’ si Boys hubiera tenido esa hinchada ahorita no estaría en la baja.

Y sí pues, como indica ese hincha rosado, fue el partido de nuestra hinchada. Porque si sacamos cuenta de lo que se vio en el verde, esos dos goles fueron más por el empuje de las tribunas que le dieron una nueva motivación a los jugadores, que por juego de equipo o determinaciones tácticas.

Sinceramente pudimos haber salido con una pena en vez de una alegría, porque el equipo sigue demostrando que tiene debilidades que no han podido corregir a lo largo del año. En fin, de eso no se trata esta crónica, porque ayer el protagonista principal fue esa hinchada que llenó una vez más el templo de Matute.

Eran la una de la tarde y ya la avenida Isabela Católica, mostraba un lleno de procesión. De esa fe que a veces el destino blasfema y que es característica de nosotros, de nadie más, y el Sol de primavera iluminaba las sonrisas y las camisetas de Alianza que se lucían con orgullo. ¿A qué jugábamos? Me seguía preguntando, mientras niños con sus padres entraban ilusionados, quizás por primera vez, a un estadio que me vio allí desde niño.

Sí, por eso, cuando en la previa de La 20 se cantaron también esas canciones de antaño, las setenteras y ochenteras, con las cuales habíamos crecido, muchos recordamos esos años, cuando ganar campeonatos nos era esquivo, cuando ir al estadio, era solo por la alegría de estar con el equipo. Simplemente por sentimiento.

Y esa fue la premisa durante todo el partido, recordar esos años cuando también nos preguntábamos: ¿A qué jugamos? Y la respuesta era ¡A nada! Pero no nos importaba. Porque para los que llevamos estos colores en el alma, los mejor de nuestras vidas es estar allí en las buenas, y en las malas mucho más. Así sea para una final de campeonato, o para salir del descenso. Y ayer lo demostramos, porque nadie, como bien insinuó ese cobrador del Boys, nadie tiene una hinchada tan fiel como la nuestra.

¡ARRIBA ALIANZA TODA LA VIDA!
Publicado en Comandosvr.com

2 comentarios:

Grinder dijo...

Toda la vida compare, toda la vida!

Anónimo dijo...

¨...en las buenas te seguimos a todos lados, en las malas no te vamo´abandonar ¨

Media vida